Foto destacada: National Geograpic
En la Cueva del Jaguar fue hallado un tesoro invaluable para la arqueología mexicana.
La Cueva del Dios Jaguar representó uno de los hallazgos más importantes sobre la cultura maya, de los últimos 70 años. Se trata de un santuario subterráneo que se ha preservado casi intacto a pesar del paso del tiempo, las inclemencias del tiempo y su ubicación.
Según una historia popular, esta cueva fue descubierta en 1966 por un grupo de ejidatarios que iban cazando un armadillo animal, y fue este quien les mostró la existencia de la cueva del dios jaguar. No obstante, fue hasta 2018 que arqueólogos tuvieron conocimiento un conocimiento más amplio de la cueva, e hicieron un reporte.
De hecho, ese año la cueva volvió a sellarse, y todos los documentos del hallazgo desaparecieron; y hasta la fecha sigue siendo un misterio. Pero el enigma de este santuario subterráneo se encontró a 24 metros de profundidad, y para acceder al laberinto es necesario bajar una gran escalera de piedra cerrada al público.
Fue hallado muy cerca del Templo de Kukulkán –una de las siete maravillas del mundo– y la cueva-ritual estaba sin alteraciones. Se creó un proyecto llamado Gran Acuífero Maya (GAM), en conjunto con la National Geographic Society, donde encontraron todas las piezas, además de que fue posible explorar cerca de 450 metros de la gruta subterránea.
Se encontraron 200 artefactos arqueológicos y siete incensarios dedicados a Tlátoc,. Se trata de siete puntos rituales en los que se realizaban ofrendas a esta divinidad, previsiblemente con la idea de pedir que tuvieran lugar lluvias en la zona. Además, se hallaron recipientes con restos carbonizados de semillas, jade, concha y huesos, entre otras cosas, elementos que los mayas ofrecían a sus deidades en los rituales.
Ya que se trata de uno de los hallazgos más importantes de los últimos años, los expertos realizaron un mapeo en 3D de la cueva, ya que todavía queda por recorrer cerca del 70% del interior, un lugar nunca antes visitado y que esperan que siga ofreciendo respuestas para entender uno de los mayores secretos de los mayas.
Aunque todavía queda mucho por investigar, ya que se trata de un lugar sumamente delicado, dado que el lugar representa un caudal de información científica irrepetible; además de ser un espacio ritual que está reescribiendo la historia de Chichén Itzá