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Rogerio López Espejel pasó de trabajar en el campo a ser una pieza clave en las misiones de la NASA.
Rogerio López Espejel es un oaxaqueño que hizo todo para perseguir su sueño: trabajar en la NASA. Terminó su carrera cuando tenía 40 años y ahora ha participado en múltiples misiones espaciales ganándose el reconocimiento de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, ya que es un ejemplo de que nunca es tarde para perseguir tus objetivos.
López Espejel es nacido en Teotitlán del Valle, Oaxaca, pasó los primeros años de su vida en la comunidad zapoteca donde curso la primaria y luego la secundaria en la ciudad de Oaxaca de Juárez. Pero su gran interés por la astronomía, ciencia y el espacio lo hizo siempre mantener la esperanza de algún día vivir su sueño.
Debido a la falta de oportunidades su papá se inscribió al programa de braseros y entonces inmigró a la edad de 14 años a Estados Unidos para trabajar en el campo. Sin embargo, siempre estuvo presente en su mente la idea del espacio y de poder participar en las labores de la NASA, en especial porque un año antes en 1969 el hombre había alcanzado llegar a la luna.
Un juguete del Apolo 11 que encontró en una caja de cereal se materializó en su sueño que tardó años en concretarse. A la edad de 30 años decidió retomar sus estudios en Ingeniería en sistemas de Información en las escuelas de Hancock Collage y las universidades de Chapman y Santa Bárbara, California. Para el año de 1998 logró ingresar a la NASA participando en lanzamientos de cohetes en el área de radiocomunicaciones.
Según cuenta Rogerio su esposa fue quien le dijo que “nunca es tarde para continuar” por lo que se preparó mucho, hasta que en el 2000 la NASA lo aceptó como parte de su equipo. Desde entonces ha participado en 40 misiones como son los lanzamientos de los satélites NOAA del Sistema de Administración Climatológica y el envió de robots a Marte y la puesta en órbita de satélites de Google.
“La NASA tiene un equipo grandísimo y todos tenemos una responsabilidad que tiene que ser al 100 %. Mi parte es probar los sistemas de telecomunicación de telemetría de los satélites desde las plataformas de lanzamiento, cada lanzamiento me hace sentir mariposas en el estómago porque es el trabajo de todos”, narra López Espejel a la agencia EFE.
Su trabajo no ha pasado desaparecido ya que a sus 68 años de edad le han otorgado 40 medallas por su eficaz desempeño en las misiones espaciales. Un ejemplo de que con trabajo duro logró cumplir sus sueños y ahora ese amor por el espacio exterior se lo ha transmitido a su nieto quien desea ser astronauta.
Ahora vive junto a su esposa Glendy Solís, sus dos hijos nieto en Stockton, California, donde agradece a su padre de oficio panadero y campesino que le permitió conseguir la residencia permanente y a su señora por motivarlo; además, de estar muy agradecido con su madre, la señora Amalia Espejel, quien ha sido trabajadora del hogar.