Fotos: iohio
La estética de estos órganos resguarda la historia novohispana de Oaxaca.
En Oaxaca hay 72 órganos que conservan muchos elementos de la organería antigua ibérica, desarrollaron características particulares de Oaxaca y un estilo suntuoso de decoración en sus cajas, con diversos tubos de instrumentos del siglo XVIII.
Es una de las tantas joyas coloniales que enriquece el patrimonio que posee la entidad. Estos órganos fueron construidos de 1686 a 1891, y son un testimonio de la importancia que tuvo este territorio como centro musical novohispano, solo detrás de Puebla y la Ciudad de México.
Lo más peculiar de estas piezas es que están insertas en la vida comunitaria y eclesiástica de Oaxaca, así como en prácticas tradiciones como las mayordomías. Del total de 72 órganos que hay en el estado, se han restaurado 13, siendo el primero de ellos el de Tlacochahuaya.
Con ayuda de las comunidades, autoridades y fundaciones, se han intervenido más piezas, algunas recuperados en la Basílica Soledad que data de 1686; el de Yanhuitlán, de 1690; el de Zautla, de 1726, y el de Tepelmeme, de 1891, por citar algunos ejemplos.
Un 40% de los órganos oaxaqueños son del siglo XVIII o antes, y la gran mayoría de los órganos fueron construidos en Oaxaca, con la excepción de algunos ejemplos del siglo XIX fabricados en Puebla. La decoración de los órganos siempre habría sido realizada por la mano de obra local, manifestando la misma destreza artesanal que aún florece en Oaxaca.
Todos los órganos oaxaqueños se ubican en iglesias, ni uno de ellos está en un museo. Existen ciertos riesgos a los órganos que no se pueden prevenir, como su deterioro con el tiempo, su destrucción por desastres naturales, particularmente sismos e incendios, o las consecuencias de los conflictos políticos.
A diferencia de otras regiones del país que cuenta con órganos similares, los instrumentos de Oaxaca no fueron importados, ya que surgieron gremios y talleres de organería donde se enseñó a los artesanos oaxaqueños a elaborar los tubos, las cajas, el decorado y la pintura.
Aunque en un inicio la música que se tocaba y escribía para órgano estaba pensada para los servicios eclesiásticos, al ser uno de los elementos de la evangelización; más tarde, estos instrumentos acompañaron la música litúrgica.
Los órganos oaxaqueños monumentales, medios y pequeños, se caracterizan por no tener pedales y una hilera de trompetas horizontales, protuberancias redondas por los costados llamadas “caderas” y un estilo suntuoso de decoración policromada en las cajas y los tubos.
Los organeros españoles trajeron el conocimiento sobre cómo construir órganos, conservarlos y tocar la música en ellos, pero en Oaxaca los artesanos se apropiaron de todos estos procesos e incluyeron las ostentosas decoraciones en la caja y tubos, cuyos motivos son ancestrales.
De hecho, los oaxaqueños también desarrollaron una forma propia de tocar la música de determinados compositores que llegó de Europa, en cuanto a la forma de articular las manos, la posición en el teclado, el uso de los dedos y los registros musicales a ocupar. Asimismo, en cada región de Oaxaca se generaron adaptaciones y adecuaciones para las obras, sobre todo, del canto llano y de órgano, que se acompañaban de coros.
No obstante, a pesar de una de las joyas escondidas de Oaxaca, en muchas comunidades los órganos llevan años sin funcionar, sus habitantes ya no tienen recuerdos de su sonido ni saben que eran instrumentos musicales; inclusive los ven como muebles viejos, apolillados y estorbosos en el coro (a veces se les llaman roperos). Algunas veces los órganos se desarman para reutilizar sus piezas y se han encontrado componentes de órganos utilizados en la reparación de techos y retablos, para construir bardas y también en montones de basura cerca de la iglesia.
Según el Instituto de Órganos de Oaxaca, lo “más peligrosos son los proyectos de ´modernización´ cuando la autoridad municipal o eclesiástica decide tirar a la basura todo lo viejo o dañado, lo que “se ve feo” o lo que “ya no sirve”. Así se han perdido un sin número de tesoros históricos, no solamente órganos, sino también de pinturas, retablos, imágenes, libros y documentos.