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El chile nos irrita, nos duela la boca y el estómago, pero es necesario en todas las comidas.
La razón de que los chiles tengan capsaicina, la sustancia que nos provoca la sensación de picor, es para protegerlos contra hongos, ya que es una sustancia tóxica. Cuando nosotros los comemos desmedidamente, además de picar nos hacen llorar y sudar, nos irrita la boca y el estómago y en altas dosis, incluso pueden provocarnos un desmayo.
A pesar de todo amamos los chiles picantes. En México lo utilizamos en todo lo que comemos, y es uno de los íconos de nuestra cultura. Pero también estimula la liberación de endorfinas, sustancias del cerebro que producen la sensación del placer por la cual el consumo de chile ayuda a aumentar los niveles de serotonina, neurotransmisor responsable de la sensación de bienestar.
Tal vez por estas razones los chiles forman parte de nuestra dieta desde hace más de ocho mil años, y un ingrediente que perdura en la gastronomía y se extiende poco a poco a otras regiones del mundo.
El picante tiene, además, una relación con el dolor, ya que es una respuesta fisiológica al “picor” y una forma de liberar esa tensión se presenta con sudoración, moco, ardor, lagrimeo, entumecimiento, y en casos extremos con diarrea y hasta dolor, cuando se come en exceso, explicó Tamara Rosenbaum Emir, investigadora del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM.
De esta manera, las neuronas se abren en un canal iónico denominado TRPV1, el cual activa el dolor que puede producir enchilarse. Ese receptor tiene que ver con inflamación, dolor neuropático, angina de pecho, artritis y cáncer; su principal función es avisar que algo está mal –desde que estamos comiendo demasiado chile hasta que tenemos cáncer en los huesos, por ejemplo–, y que debemos ir al médico.
Incluso se cree, que a pesar de que México es considerado país de origen del chile, al parecer proviene de América del Sur, entre Bolivia y Brasil. Se trata de una planta solanácea; a esa familia también pertenecen el jitomate, la papa y el tabaco, por ejemplo, que se ha domesticado en el trascurso de 8,000 años.
La sensación que nos provocan los chiles picantes involucra a todos los sentidos. Y cuando nos enchilamos, los poros acuosos se abren y se cierran para responder al estímulo de la capsaicina. Aunque asociamos el chile al dolor lo seguimos comiendo, pero ¿por qué? Porque preferimos las endorfinas en el cerebro, las mismas que se secretan cuando corremos o hacemos otro ejercicio y nos hacen sentir felices. Por eso, el chile tiene una característica casi adictiva.
El chile más picoso, según el libro de los Records Guiness, es el llamado carolina reaper, que no es un chile natural, sino logrado a través de cruzar otras especies. Si algún día estás enchilado, lo peor que puedes hacer es comer sopa caliente o tomar tequila con limón; en cambio, se debe tomar leche o mantequilla. La capsaicina también es insoluble en agua; por eso un vaso de agua fría no quita el picor de la boca. En cambio, una cerveza con alcohol sí puede ayudar a mitigar la sensación de picor.