Foto destacada: Tren Maya
El hallazgo de este cenote fue posible gracias a la unión de narración oral, códices y ciencia moderna.
Debajo del hermoso Convento de San Antonio de Padua en Izamal, el palacio amarillo fundado en 1549 por los frailes franciscanos, fue descubierto un cenote que había estado oculto por casi dos mil 500 años. Se trata de un cuerpo de agua que está por debajo de las ruinas del antiguo edificio prehispánico conocido como Pap-Hol-Chac.
Aunque este templo de Izamal fue el santuario mariano más importante de Yucatán, hoy en día vuelve a sorprender lo que está debajo del subsuelo, y que fue hallado por el equipo de arqueólogos submarinos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Dicho equipo de arqueólogos dirigido por la Lic. Helena Barba Meniche dijo que entre los primeros hallazgos estaban dos niveles de pisos que eran la entrada hacia el cenote, además de diversos objetos tanto prehispánicos como más recientes del siglo XIX.
Los expertos lograron dar con la entrada al cenote y luego guiarse por una antigua noria de la ciudad que se cree suministró agua a frailes a mediados del siglo XIX. Este lugar fue encontrado gracias a los instrumentos térmicos, que confirmaron algunos relatos de las personas que recordaban que en ciertos lugares había pozos.
Se cree que este cenote quedó oculto por más de 2 mil 500 años, y hoy es un tesoro subterráneo que revela nuevas pistas sobre la civilización maya y su relación con el agua. El cenote tiene cerca de 14 metros de diámetro, y estaba cubierto por una plataforma de piedra y arena.
Según estudios preliminares, este cenote pudo haber sido un lugar sagrado para los antiguos mayas, quienes probablemente lo utilizaron para rituales y ceremonias. Además, se encontraron artefactos ceremoniales y ofrendas, lo que respalda aún más esta teoría.
Como los cenotes desempeñaron un papel fundamental en la vida diaria de los mayas, fueron fuentes de agua potable, estaban vinculados a sus creencias religiosas, con la cosmovisión además de ser considerados las entradas al Xibalbá, el inframundo en la mitología maya.
Pero con la llegada de los conquistadores, muchos rituales que consideraban a los cenotes fueron considerados herejía. Se sabe que Diego de Landa, emprendió una campaña para eliminar cualquier rastro de las religiones prehispánicas en el sureste, donde cientos de objetos fueron arrojados al interior del cenote para ocultar el pasado indígena.
Hoy en día, este hallazgo también plantea desafíos para los arqueólogos y conservadores del patrimonio cultural. La preservación de este cenote único y su acceso seguro son prioridades para evitar daños y garantizar que futuras generaciones puedan apreciar este tesoro histórico.