Azul maya: color ritual que emula los tonos del mar, el cielo y las plumas del quetzal

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El color azul maya revolucionó la historia del arte con sus hermosos tonos.

 

El arte maya no puede pensarse sin hablar del azul maya que se encuentra en las paredes de muchos sitios arqueológicos de México y Centro América, pinturas murales, códices, así como de su desarrollo. Para obtener este peculiar y hermoso color, se desarrolló toda una tecnología para llegar al color azul peculiar que repliega el color de mar y el de las plumas de quetzal.

El intenso color azul que los mayas legaron al mundo, es un color tan brillante e intenso que permanece en varios murales en zonas como Chichén Itzá que aún mantienen el pigmento original. Es un azul de origen vegetal que, además, tuvo un uso ritual para invocar a Chaak, señor de la lluvia, donde se arrojaban a un cenote cuerpos humanos teñidos de color para una buena cosecha. Además, los mesoamericanos consideraban que el pigmento purificaba el alma, por lo que era muy usado en las víctimas de sacrificio durante diversos rituales y para decorar los altares.

Azul maya, la representación del cosmos

Para los mayas, los colores azul y verde iban al centro de los cuatro ángulos del universo porque significan el origen de todo lo creado. El azul es la representación del cosmos y el verde es la madre tierra, por eso se habla de la conexión entre el ser humano y la naturaleza.

El color azul se le relaciona con el agua, el cielo y la fertilidad (vegetal y humana); los dioses negros se asocian con el renacer del cosmos y la preservación eterna; el rojo se vincula con la sangre, el fuego, el Sol y la energía vital; mientras que el amarillo con las semillas o el alimento.

El azul maya y el rojo cochinilla son de origen prehispánico, y en la actualidad no existe ningún pigmento orgánico que se acerca a la potencia del azul maya; además de ser un pigmento que cambió la historia del arte gracias a la tecnología del color de la cultura maya; pues es un color que no se degrada con el sol, no se oxida y se conserva en buenas condiciones a pesar de los años.

El color azul maya es una mezcla del mineral paligorskita o atapulgita y añil. De hecho, solo los grandes artistas del arte europeo (Michelangelo, Caravaggio Rubens) podían usar azul en sus obras (los artistas pobres usaban un azul que desaparecía con el sol) un pigmento azul ultramarino extraído de una piedra muy costosa (lapislázuli) proveniente de Afganistán. 

Las obras de la Nueva España, barrocas coloniales (de José Juárez, Baltasar de Echave y Cristóbal de Villapando) estaban llenas de azul maya. Hasta la revolución industrial en el siglo XIX se creó que una alternativa sintética para un azul ultramarino. Pero hasta mediados del siglo XX que el uso del azul es común, como la época azul de Picasso; mismas fechas en que los arqueólogos descubrieron que los mayas habían inventado un color azul resistente y brillante siglos antes de que sus tierras fueran colonizadas y sus recursos explotados.

Los mayas desarrollaron este azul a partir de la planta de añil que mezclaron la arcilla, la llamaron atapulgita para crear pintura azul. A pesar de eso, hay mucha falta de evidencia escrita sobre el uso de añil o azul maya en las pinturas barrocas novohispánicas se compensa con evidencia visual.

Esta polinización cruzada de influencias, desde Maya hasta el Barroco Europeo, que ocurre en América Latina en los lienzos de los pintores criollos, sugiere que la globalización comenzó mucho antes de lo que la historia académica nos ha hecho creer.