Foto destacada: Museo Arte Popular
Hay muchas ideas en torno al techichi, y la única certeza es que esta raza se extinguió después de la conquista.
Para entender mejor a los antepasados prehispánicos es necesario conocer su relación con la naturaleza y el cosmos. Aunque siempre tuvieron intención de sacralizar a todo tipo de animales, los perros jugaron un papel destacado en aquella época. Fueron animales de compañía y figuras importantes en la cosmogonía e incluso en la gastronomía de algunos pueblos mesoamericanos.
Se habla de dos razas de perros en la época prehispánica, los más conocidos so los xoloitzcuintles, quienes encaminan al muerto hacia su destino final, y también están los tlalchichi; un híbrido pequeño resultado del lobo mexicano que se empleaban en rituales asociados con el dios Xolotl y del que se alimentaban con algunos platillos que incluían carne humana.
Aunque hay evidencia arqueológica que confirma que los perros fueron un alimento para algunas comunidades prehispánicas; se sabe que eran considerados alimento sagrado que se consumía solo en ceremonias específicas, en donde los perros eran sacrificados por medio de la extracción del corazón.
En ocasiones, en estos rituales los perros sustituían al hombre; de acuerdo con la investigadora, historiadora y académica mexicana Mercedes de la Garza, la sustitución del perro por el hombre en estos sacrificios se debe a que “es el animal por excelencia del hombre y por tanto, el que puede representarlo ante los dioses”.
En realidad, el único perro que fue venerado y considerado como símbolo religiosos fue el Xólotl, del techichi no hay tanta evidencia o es posible que haya sido uno de los perros más comunes en el México prehispánico.
Según una explicación del Museo de Arte Popular, tlachichi significa perro de tierra o de piso y fue uno de los perros domesticados en Mesoamérica. Aunque es una raza originaria del occidente de México, hoy en día está extinto y solo quedan representaciones artísticas de él. La más conocida la puedes encontrar justo en este museo, en la sala 1 llamada “Esencia del arte popular mexicano”. Otra pieza se puede ver en el Museo de Antropología e Historia.
Asimismo, se dice que el tlachichi era de talla mediana, con patas cortas producto de un enanismo, además de tener columna alargada, con pelo y orejas erguidas, así como un hocico afilado. Su raza es ancestro directo del perro Chihuahua y fue un perro de compañía para los toltecas.
Se cree que su cara y esqueleto corporal eran muy similares a los zorros. Aunque solo podemos saber de la apariencia de Techichi por medio de las pinturas y esculturas que se conocen. En los códices se puede ver que era un perro pequeño y se supone que no pesaba más de 10 kg, pero que existieron en colores de marrón, negro, crema y blanco y negro. Incluso se dice que el Tetichi se mantuvo como un animal doméstico, muy tranquilo y que no ladraba.
Hay varias teorías en torno a la extinción del perrito Techichi. Una de ellas tiene que ver con la imposibilidad de la raza a adaptarse al cambio del ambiente por lo que su desaparición ha sido considerada como consecuencia nacional.
Según el texto “Animales extintos de México”, de Roberto de la Maza, el tlachichi se extinguió después de la conquista de México ante la falta de ganado que sufrían los españoles, quienes hicieron de ellos su alimento, acabando así con la especie.