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Joseph Aubin llevó la historia, cultura y la arqueología mexicana a Francia.
La arqueología mexicana siempre ha tenido un papel preponderante a nivel mundial, y mucho más hoy en día que se han hallado miles de piezas en el último sexenio. Muchos personajes han tenido un papel central en el descubrimiento de zonas y piezas arqueológicas, pero pocos han sido los personajes que han tenido tanta relevancia e impacto como lo ha tenido Joseph Marius Alexis Aubin.
Este francés nacido en 1802, en la ciudad de Tourrettes, es un paleógrafo y coleccionista, que vivió diez años en México (1830-1840), en donde reunió una increíble colección de manuscritos y códices, muchos de los cuales pertenecieron a Lorenzo Boturini.
Aubin es el cofundador de la Sociedad Americana de Francia en 1857, el primer intento de establecer una sociedad de americanistas en Francia y fue miembro de la Comisión Científica de México (1864-1867), en el Comité de Historia, Lingüística y Arqueología.
Llegó a México con la intención de hacer trabajos de investigación en física y astronomía, pero quedó fascinado de inmediato por los restos de objetos y documentos de una cultura arqueológica mucho más refinada que no se imaginaba fuera así. A medida que más se despojaba de sus instrumentos científicos, decidió dedicarse a la investigación arqueológica e histórica, dada la abundancia de manuscritos y dibujos, solo se dedicó a la investigación histórica de estos documentos.
Esto lo llevó a aprender la lengua náhuatl y enviar miles de piezas a la Biblioteca Nacional de Francia, lo que hoy constituye una parte principal del fondo mexicano de esta institución. Como Aubin tenía los medios financieros suficientes, fundó una escuela secundaria privada en México; cuando la alta sociedad mexicana se ocupaba de la política, es casi el único aficionado rico a manuscritos y encuentra poca competencia en sus compras, llegando forma una amplia colección.
Entre los primeros manuscritos y pinturas que adquirió, se encuentran textos de los descendientes del astrónomo Antonio de León y Gama, de donde también obtuvo contactos para conseguir libros de la del museo indiano de Lorenzo Boturini.
Tuvo en sus manos miles de fuentes sobre la historia de México, pero más que escribir y brindar resultados de su investigación, los preserva para su colección privada, de un forma, cabe decir, clandestina, ya que no contaba con la autorización del gobierno mexicano para sacar del país muchos documentos en al menos un periodo de 10 años.
Uno de los textos más reconocidos es el Códice Aubin, que lleva el nombre de su dueño Joseph Marius Alexis Aubin. Este documento fue preparado por el historiador-coleccionista Antonio de Léon y Gama y más tarde fue vendido, en 1889 al señor M.E. Eugene Goupil.
Asimismo, de Aubin se dice que cuando fue miembro de la Comisión Científica de México (1864-1867), siempre era “reservado, desconfiado, desordenado, sin carisma y poco diplomático”. Que solía entregar informes negativos de los trabajos de campo y que solía desalentar a los colaboradores mexicanos a participar en expediciones arqueológicas.
También se dice que Aubin estudió muchos acervos y que produjo la primera investigación sólida sobre pictografía mexicana, “Memorias sobre la pintura didáctica y la escritura figurativa de los antiguos mexicanos” publicada en París entre 1849 y 1851, y por entero en 1884 como primer volumen de una nueva serie de documentos de materia americanista de la secretaría de educación francesa.
Esto porque justo, el Códice Aubin propone hablar de “pintura didáctica” y “escritura figurativa” dedicando la primera parte de su estudio al procedimiento silábico de aquellos catecismos en imágenes realizados por los misioneros franciscanos en los primeros años de la conquista espiritual para enseñar la doctrina cristiana. Aubin dedica después la segunda y tercera parte de las Memorias a la interpretación del Mapa Tlotzin y del Mapa Quinatzin.
Más allá de sus investigaciones, se le conoce por un coleccionista arqueológico; que llegó a tener en su poder muchos manuscritos y pinturas de la historia tolteca, anales pintados y manuscritos en náhuatl, que llegaron a Francia, a través de la aduana de Veracruz.
Se dice que la colección fue adquirida por Eugène Goupil y que Eugène Boban escribiría el catálogo de su colección, incluyendo una nota biográfica de J. M. A. Aubin. Según el americanista Daniel Garrison Brinton, esto lo habría resuelto después de perder mucho dinero en un escándalo en Panamá. Al final, Eugéne Goupil, decide donar la colección a la Biblioteca Nacional de Francia, repositorio donde se encuentra actualmente.