Foto destacada: INAH
Este salvamento arqueológico reveló el pasado prehispánico y virreinal en un solo lugar en el Centro histórico de la CDMX.
Es una gran fortuna que en 2023 todavía sigan encontrándose piezas arqueológicas, y sobre todo que nuestro país, sobre todo, el subsuelo del Centro Histórico de la Ciudad de México, preserve nuestra cultura y tradición. Esto nos ayuda a comprender más de nosotros mismos y de las civilizaciones del pasado.
Esta ocasión, los vestigios fueron hallados dentro de la antigua Escuela de Jurisprudencia, por el personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que ha recuperado una notable escultura con forma de cabeza serpiente, además de importantes vestigios virreinales que narran el devenir de la capital del país.
El proyecto de salvamento arqueológico, se lleva a cabo en un inmueble de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en donde se encontró la existencia de una edificación mexica, y se presume que medía 13.50 metros de ancho por 23.20 de largo.
Los restos del edificio prehispánico se encuentran en el ala este y en el patio central del recinto universitario; en este último espacio se identificó una escalinata con seis escalones, un dado arquitectónico y una alfarda que, gracias al manto freático capitalino, conserva su recubrimiento original de estuco.
De acuerdo con la arqueóloga Moramay Estrada Vázquez, la escalinata está orientada al norte, de allí que habría podido pertenecer a un inmueble de acceso al Recinto Sagrado de Tenochtitlan. A partir del análisis de la secuencia de pisos, los expertos han asociado a la arquitectura descubierta con la quinta etapa constructiva del Templo Mayor, correspondiente a los años que median entre los gobiernos de Axayácatl (1469-1481), Tízoc (1481-1486) y Ahuízotl (1486-1502).
Este salvamento arqueológico permitió recuperar otras dos esculturas: el fragmento de una figura antropomorfa, a manera de portaestandarte, que lleva un taparrabo, y un clavo arquitectónico o espiga, con forma de cráneo humano.
Además de los elementos prehispánicos, se resguardaron elementos novohispanos, como tiestos de mayólica, porcelana china y huesos de cerdos, vacas, borregos y gallinas domésticas, que brindan pistas sobre la vida cotidiana del Convento y Templo de Santa Catalina de Siena, cuyos antecedentes constructivos, en esta misma sección de la ciudad, se remontan a 1594.
También se localizaron numerosos restos óseos masculinos, femeninos, juveniles e, incluso, fetales. Se cree que la abundancia de elementos óseos indica que el área fue usada como una zona de enterramiento, tanto para las religiosas que formaban parte del convento como para personas ajenas a él.
En materia arquitectónica se descubrió un confesionario de 1.90 metros de altura, tallado sobre una de las paredes del templo virreinal entre los siglos XVI y XVII, el cual permaneció en uso hasta el siglo XIX; así como una escultura prehispánica con forma de serpiente, la cual conserva restos de color y motivos florales; un remate decorativo que inicia en el rostro de un querubín y se despliega bajo la forma de una concha marina, el cual logró preservar las oquedades que permitían a las monjas recibir el sacramento de la confesión desde su clausura.