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Yuri Knorozov es uno de los científicos que logró descifrar la escritura maya sin haber visto los códices reales.
Gracias al soviético Yuri Knorozov ha sido posible comprender la escritura maya; bueno también se lo debemos a su gata Asya, una hermosa siamesa que es la coautora de muchas de obras. Así es, el lingüista soviético descifró la escritura maya en 1953, y su costumbre fue incluir a Asya.
Pero sus editores eliminaron constantemente el nombre de su gata. Es por eso, que Knorozov usó una foto con Asya como su foto oficial de autor, y era bastante conocida su molestia con los editores, cuando recortaban el nombre de Asya en sus textos.
Otro dato interesante es que Knorozov descifró las estelas mayas esparcidas por varias ruinas, sin haber visitado México. Su gran legado, es el haber rechazado la idea de que los glifos mayas se basaran en un alfabeto y, en cambio, los reconoció como un silabario, es decir, que representa sílabas.
De hecho, este punto le valió varias críticas a Knorozov e incluso por haber descifrado el código maya, fue despedido J. Eric S. Thompson, un erudito británico que creía que la escritura maya era antifonética y se basaba en principios ideográficos.
Tampoco ayudó mucho que Knorozov publicara su investigación durante la Guerra Fría, cuando los académicos occidentales se apresuraban a descartar el trabajo de los académicos soviéticos por considerarlo contaminado por la ideología marxista. Pero, a pesar de todo, Yuri Knorozov encontró la clave para leer los textos de esta antigua civilización. 40 años después de su descubrimiento trascendental, logró visitar México por primera vez.
Knorozov no hablaba mucho de sí mismo y se ganó la reputación de ser un genio extraño y una persona mística. Amaba a los gatos, y en otros artículos científicos intentó publicó su retrato con Aspid otra de sus gatas. También hizo una tesis sobre chamanismo, estudió los vínculos entre los ainu, un pueblo kurile, y los nativos americanos, trabajó en descifrar la escritura de la Isla de Pascua y la lengua protoindia.
Yuri Knorozov visitó México a principios de la década de 1990, fue recibido como una estrella: casi todos los niños todavía lo conocen allí, a pesar de que pocas personas en Rusia han oído hablar de él.
Knorozov nació en 1922. Sobrevivió la hambruna en la Ucrania soviética y fue considerado no apto para el servicio militar. Estudio en la Facultad de Historia de la Universidad Nacional de Járkov cuando la ciudad fue ocupada por los nazis. Cuando su familia se mudó a Moscú, Knorozov logró trasladarse a la Universidad Estatal de Moscú, donde se interesó seriamente por la etnografía.
De Moscú se trasladó a Leningrado y trabajó en el Museo Etnográfico. Compartió su oficina con otros científicos, y rodeado de montones de libros y un escritorio pequeño, Knorozov se topó con un artículo del científico alemán Paul Schellhas, quien afirmaba que descifrar la escritura maya es un problema sin solución. El joven científico lo tomó como un desafío.
Entre los materiales de la Biblioteca de Berlín descubrió una reproducción de tres “códices mayas” escritos a mano, publicados en 1930. Aparte de eso, se topó con otro documento importante: la “Relación de las Cosas de Yucatán”. Cosas de Yucatán’) del siglo XVI. Fue escrito por un obispo católico de Yucatán llamado Diego de Landa después de que México y los mayas fueran conquistados por los españoles. En él proporcionó información sobre la cultura y el sistema de escritura de esta civilización, esbozó aproximadamente 30 jeroglíficos e incluso sugirió su propia versión del alfabeto utilizando el alfabeto latino.
El desciframiento de la escritura maya ofreció una nueva mirada a la antigua y más misteriosa civilización maya, permitiéndonos estudiar en profundidad su cultura y forma de vida, que suscitó gran interés para el mundo entero, especialmente para el mundo hispanohablante. El científico también publicó una monografía sobre la escritura maya y le permitieron viajar al extranjero para asistir a un congreso americanista en Copenhague, donde hizo un informe sobre su descubrimiento.
El sueño de Knorozov de ver escritos mayas reales se hizo realidad recién en la década de 1990: habían pasado 40 años desde su descubrimiento y él era un hombre anciano. El científico también visitó Guatemala, por invitación personal de su presidente, y luego viajó tres veces a México. Finalmente visitó por primera vez los principales monumentos arquitectónicos de los mayas: Palenque, Mérida, Uxmal, Dzibilchaltún y muchos otros. Además, recibió un premio honorífico del embajador de México en Rusia: la Orden del Águila Azteca, de la que estaba muy orgulloso.