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La Navidad llegó a México con los españoles, pero qué celebración se levaba a cabo en nuestro país.
La Navidad es la principal fiesta cristiana, ya que marca el nacimiento de Jesús de Nazareth. De hecho, la palabra “Navidad” se deriva del latín nativitas o nacimiento, y a pesar de que no hay certeza de la fecha exacta de Jesucristo en la Edad Media, se fijó la fecha del 24 de diciembre con el fin de sus fieles se alejaran de las celebraciones paganas, en este caso, vinculadas al solsticio de invierno y diversas razones.
Bueno, es por esa razón que hayas 1492 no se conocía esta celebración en América. Incluso, fue el 25 de diciembre del mismo año, que fue celebrada la primera Navidad en América Latina y fue llamada “La Hispaniola”, la isla que actualmente conforman Haití y República Dominicana, poco después de que los europeos descubrieran que existía América.
Lo que se celebraba en América, en algunas comunidades que conforman el territorio que hoy llamamos México, tiene todo qué ver con el solsticio de invierno. De hecho, se creía que Huitzilopochtli llegaba al punto más lejano a la Tierra durante este periodo, así que se retiraba hacia Mictlán, el inframundo de los muertos, para renacer el 24 de diciembre de la Tierra, representado por la diosa Coatlicue, madre del colibrí.
Este renacimiento del sol se producía en Malinalco, hoy cabecera del Estado de México, donde se realizaban celebraciones para darle la bienvenida al nuevo ciclo. A la fecha, es más o menos conocida la historia de los mexicas que celebraban el nacimiento de Huitzilopochtli, en las mismas fechas que occidente festeja el nacimiento de Jesús. Aquí puedes leer más al respecto.
En cuanto a la celebración de los mayas, es un poco más complejo, ya que ellos tenían un conocimiento más profundo de la astronomía, y el Solsticio de Invierno representaba la cuarta estación del año agrícola de 365 días. De modo que el fenómeno del solsticio de invierno era una gran puerta del mundo espiritual y de del universo, siendo un día muy celebrado por las energías emitidas en ese día especial.
El solsticio de invierno indicaba el nacimiento del nuevo sol, la llegada del invierno y la temporada de dejar reposar la tierra para su siguiente ciclo agrícola. Es por eso que las ciudades mayas fueron construidas con una orientación, forma, juegos de luz y sombra, y con mucha precisión para conocer la ubicación temporal del calendario, siendo el mejor ejemplo de ello la pirámide de Kukulcán.
Hoy en día, puedes admirar el fenómeno del solsticio de invierno en algunas de las zonas arqueológicas más importantes de la cultura maya en la Península de Yucatán como Chichén Itzá, observando la cara poniente de la pirámide de Kukulcán, verás que el sol se levanta justo en el borde del edificio. A partir de las tres de la tarde, notarás que la pirámide se “divide” en dos: las caras norte y oriente estarán a oscuras y las del sur y poniente iluminadas. Esta misma división luminosa de los templos se observa en Uxmal y en otros sitios de Centroamérica.
En la zona arqueológica de Mayapán, de Dzibilchaltún y Oxkintok, también se celebra lo que según el siio we mayatecu, solía llamarse Nitz Upam q’ij paxkua o solsticio de invierno. Pero como sucedió con muchas otras celebraciones, cuando los católicos conocieron esta festividad, fue prohibida al ser considerada un rito pagano y lograron instaurar la natividad poco a poco, construyendo templos cristianos sobre los templos mayas.