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Las cantinas mexicanas preservan miles de anécdotas de los que asisten a formar parte de estas joyas mexicanas.
La idea de una “verdadera cantina mexicana” se puede encontrar en cualquier lugar del país, sin importar el destino, los costos de las bebidas o la antigüedad. Todas las cantinas del país reflejan lo que piensa, siente y admira las personas que están departiendo en estos sitios, que al día de hoy son considerados como joyas del país.
De hecho, estos lugares son tan importantes para los mexicanos, que si nos remontamos al origen del nombre de uno de los personajes más queridos por los mexicanos, Mario Moreno “Cantinflas“, podemos llegar a descubrir cómo han influido estos sitios en la mente de la sociedad. Aunque este personaje, al inicio se hizo llamar “chupamirto”, debido a su peculiar forma de hablar que imitaba a un alcohólico; tiempo después cambió a Cantinflas, uniendo “inflar”, entendido como beber alcohol, y “cantina”; además de que en la época era usual preguntar a los ‘borrachos’: “¿En qué cantina inflas?”
Así, es, “Una cantina -escribió Carlos Monsiváis en Elogio de las penumbras- es ese rincón sombrío donde te refugias para calmar los dolores del amor, pero también donde los hombres acuden para refrendar su virilidad y mostrar su camaradería acompañada de una botella”. Así pues, una verdadera cantina mexicana es en la que te sientas cómodo y disfrutes de ese espacio, muy a pesar de que suele ser sombrío y te encuentres en la mesa del rincón pidiendo una botella.
A menudo se suele decir la primera cantina se fundó en México en 1805, pero es difícil corroborar el dato, porque más bien en esta época se habla de tabernas, las abuelas de las cantinas, que justo eran lugares donde se vendían bebidas alcohólicas, comida y en algunos casos hospedaje. Pero la existencia de estos lugares no sobrevivió a la Independencia, ni a las constantes guerras que se dieron en el país desde 1821, siendo las invasiones extranjeras de Estados Unidos, en 1846 y la francesa en 1862, las más relevantes.
Justo, estas invasiones, sugieren que un tipo de cantina nace con la llegada de los norteamericanos en 1847, ya que buscaban sitios para beber. Se habla de que durante los meses de ocupación norteamericana en la Ciudad de México, entre 1846 y 1848, se dio un incremento de la demanda de bebidas alcohólicas y el surgimiento efímero de establecimientos al estilo del ‘salón’ estadounidense, que dejaron su recuerdo en los futuros nombres que detentarían varias cantinas legendarias: Salón Correo y Salón Bach.
Pero generalmente, se toma a El Nivel como la primera cantina de la Ciudad de México, ya contó con licencia oficial para vender alcohol en 1857, y fue clausurada en 2008. Lo que se sabe de esta fecha, es que había sitios que eran una mezcla de tienda y cantina; hasta que el gobierno de la ciudad prohibió que la venta de alcohol se llevara a cabo junto con la de abarrotes; o más bien legisló al respecto, haciendo que existieran por separado las cantinas, con un “gachupín” detrás del mostrador y meseros mexicanos sirviendo bebidas más o menos adulteradas, así como las clásicas botanas que invitaban la comida al ritmo de la libación.
Lo que sí se sabe, es que las cantinas mexicanas tuvieron un gran auge en todo el siglo XIX, bajo el presidente Porfirio Díaz, quien ocupó el cargo de 1876 a 1911. Durante este tiempo, a mujeres, niños, hombres uniformados e incluso perros se les prohibió la entrada a los establecimientos; así que las cantinas servían como refugio lejos de la vida y de la esposa. Como se mencionó anteriormente, durante esta época eran más los hombres de clase alta de México los que frecuentaban las cantinas.
En la época posrevolucionaria, la clase trabajadora ya había conquistado las cantinas en todos los barrios, eran frecuentes en casi todas las películas mexicanas que presentaban escenas de hombres bebiendo y hasta se dice que el actor Hernán Vera interpretó el papel de cantinero en al menos cuarenta ocasiones.
Las cantinas rurales también tiene su tradicionalmente longeva, pero se sabe que fue hasta 1982 que las mujeres pudieron entrar a las cantinas. Hoy en día las cantinas ya han cambiado mucho, lo mismo que las pulquerías y bares.