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Científicos mexicanos desarrollan un antídoto contra el dolor crónico con el veneno de un ciempiés.
Desde 2013 se había descubierto que la inoculación del veneno del ciempiés, particularmente del ciempiés chino de cabeza roja (Scolopendra subspinipes mutilans) podía contribuir al desarrollo de medicamentos destinados a personas que padecen de dolor crónico. Esto fue descubierto por el investigador Glenn King, de la Universidad de Queensland, que inyectó el veneno en ratones.
Por supuesto, los científicos no querían reducir el dolor de los ratones, sino centrar sus estudios en las proteínas humanas que emiten las señales eléctricas a las neuronas y células excitables, denominados “Nav”, más particularmente en “Nav1.7”, una proteína crucial en la transmisión del dolor, cuya mutación provoca una ausencia de esta sensación en las personas.
En ese entonces, los estudios centrados en esa proteína habían fracasado debido al impacto que tenían los nuevos medicamentos en los otros canales “Nav”; no obstante, sí descubrieron que el veneno de dicha especie de ciempiés tiene 150 veces más de posibilidades de reducir el veneno, con un efecto era similar al de la morfina. La diferencia estaba, en que el veneno del ciempiés no causa adicción porque no bloquea los receptores como lo hace la morfina.
El ciempiés de cabeza roja chino, puede llegar a tener un tamaño de hasta 30 centímetros de largo, tiene fuertes mandíbulas y forcípulas con las que inyecta veneno a sus presas. Las mordeduras de varias especies de estos grandes ciempiés pueden llegar a ser muy dolorosas para los humanos, pero raramente mortales.
Esta subespecie es común en amplias zonas de Asia y Oceanía y una de sus características principales, además de su voracidad depredadora, es que no tiene ojos ni, en consecuencia, los fotoreceptores y neuronas especializadas en la percepción de la luz que se localizan en la retina externa de muchas especies.
Ciempiés mexicano
Recientes estudios del investigador Fabio Germán Cúpul Magaña, del Centro Universitario de la Costa (CUCosta), la biodiversidad de ciempiés en la Reserva de la Biósfera Chamela-Cuixmala, destacó el potencial médico del veneno de ciempiés mexicano, mostrándolo como un calmante para dolores y un eficaz antiinflamatorio, que podría ser clave en el desarrollo de nuevos tratamientos médicos.
Dicha reserva tiene 131,142 hectáreas y protege a 72 especies de mamíferos, 270 de aves, 20 de anfibios, 46 de reptiles e innumerables especies de otros vertebrados e invertebrados. Las playas de Cuixmala y Teopa, fueron decretadas santuarios de protección de tortugas marinas en 1986. Estos humedales son hábitat de un elevado número de vertebrados y de más de cien especies de aves migratorias y diversas especies de ciempiés.
De hecho, en esta región del país hay más de 20 especies de ciempiés, según el equipo de Cúpul Magaña, que colabora con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma del Estado de Morelos; por lo que se centraron en catalogar y estudiar la diversidad de estos artrópodos en México.
Este proyecto ha recibido el respaldo de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), e incluye visitas a importantes museos y colecciones en Europa y Estados Unidos. La investigación destaca por su enfoque en la conservación de la biodiversidad, y también por su potencial impacto en la medicina.
Asimismo, este estudio se basa en los descubrimientos de las investigaciones de australiana y china, solo que se podrían desarrollar medicamentos en el país, y revolucionar el tratamiento del dolor crónico. Los científicos están en la etapa de probar estos compuestos en modelos animales más cercanos al ser humano, con la esperanza de avanzar hacia ensayos clínicos en los próximos años.