Foto destacada: INAH
La restauración de los azulejos de la embajada mexicana en Portugal se llevaron a cabo por especialistas del INAH.
Los muros de la embajada mexicana en Portugal, están decorados con preciosos paneles de azulejos que integran escenas bucólicas, satíricas y fabulísticas elaboradas en el siglo XVIII. Este inmueble fue adquirido por el Estado mexicano en 1976, y se trata de una antigua quinta ubicada en el Parque Forestal de Monsanto de Lisboa.
La producción de azulejos del barroco en Portugal surgió influenciada por las cerámicas china y holandesa, especialmente de Delft. Pintores de caballete portugueses como Gabriel del Barco, António de Oliveira Bernardes, Raimondo du Couto y Manuel dos Santos, por citar algunos, crearon verdaderas composiciones sobre cerámica.
Este arte alcanzó su apogeo en el último cuarto del siglo XVII y las primeras décadas del XVIII, bajo las monarquías de Pedro II y Juan V. La bonanza de la Corona por el usufructo de su colonia americana, Brasil, que permitió el patrocinio de estas obras monumentales con pintores preciosistas, de ahí que se le nombre a este periodo como el “ciclo de los maestros”.
Los paneles están atribuidos por los estudiosos del azulejo portugués como piezas pintadas por artista desconocido, y se caracterizan por un estilo más libre que el de sus contemporáneos, al retratar escenas de la vida palaciega, fábulas y sátiras, en colores blanco y azul, este último extraído del óxido de cobalto.
“Estos bienes son patrimonio mexicano desde hace casi 50 años, aunque estén fuera de nuestras fronteras”, señaló la restauradora-perito del INAH, Renata Schneider, quien coordina el proyecto de conservación y restauración de los paneles de azulejos; y prevé concluir el trabajo en septiembre.
El trabajo que se llevó a cabo en las 158 piezas intervenidas, fue el de la desalinización y limpieza mecánica y química, organización de escamas desprendidas, pruebas de sustratos para mitigar la colonización de microorganismos adhesión de fragmentos y resanes. Asimismo, bajo la asesoría de Lurdes Esteves, se incursionó en la manufactura de fragmentos cerámicos para la reposición de faltantes.