Hallan navajas, cuchillos y bloques de copal en el Gran Basamento de Tlatelolco

Foto destacada Mauricio Marat/INAH

La Zona Arqueológica de Tlatelolco conmemora 80 años de exploraciones este 2024. 

 

La Zona Arqueológica de Tlatelolco conmemora 80 años de exploraciones y lo hace dando continuidad a las excavaciones de su centro ceremonial, tareas que no dejan de sorprender por sus descubrimientos: el más reciente, una caja de ofrenda que fue dispuesta para consagrar una ampliación arquitectónica del Gran Basamento hace más de siete siglos.

Este hallazgo deriva de los trabajos de conservación del Proyecto Tlatelolco, resultado del colapso de su cubierta, tras la tormenta con granizo del 27 de abril de 2022. La gestión de los recursos devengados por el seguro institucional ha permitido la instalación de una nueva techumbre y avanzar en la exploración arqueológica del Gran Basamento, una estructura fundamental en la vida ritual tlatelolca, según lo informó el director de dicha iniciativa, Salvador Guilliem Arroyo.

Mauricio Marat/INAH

El Gran Basamento fue un proyecto fue creado por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma en 1987, qué, entre otros aspectos, ha cotejado las similitudes y diferencias de Tlatelolco con su ciudad gemela, Tenochtitlan, mediante sus vestigios. “El Gran Basamento debió ser el lugar de culto de la élite militar de Tlatelolco. La propuesta es que estuvo dedicado a Tezcatlipoca negro, ‘el señor de espejo de obsidiana que humea’”, explica.

El espacio es amplio y los contextos diversos, por lo que se tienen abiertos varios frentes de excavación. En uno de ellos, localizado frente al altar central, los arqueólogos Francisco Javier Laue Padilla y Paola Silva Álvarez registran y excavan la Ofrenda 29, descubierta en el Gran Basamento.

Aquí han sido descubiertas piedras grandes de basalto, tezontle y roca piroclástica, bien acomodadas, bajo las cuales hallaron otros dos niveles de losas de andesita. Las primeras, de 75 por 25 centímetros, presentan recubrimiento de estuco y pintura mural negra; y las segundas, también de cantera rosa, miden alrededor de 50 por 50 centímetros.

Mauricio Marat/INAH

Se cree que este material de construcción de la Etapa I del Gran Basamento, sirvió para consagrar el mandato de Cuacuahpitzáhuac. Asimismo, a 2.80 metros de profundidad, al interior de la caja de ofrenda se hallaron 59 navajillas, que oscilan entre 10 y 15 centímetros de largo, y siete cuchillos, de longitud similar, todos elaborados en obsidiana; así como tres bloques de copal. Estos elementos son evidencia del ritual que debió tener lugar, una escena envuelta en el aroma de la resina.

Es probable que los objetos punzocortantes procedan del mismo núcleo lítico y fueran tallados en un solo momento e, incluso, debieron ser utilizados para actos de autosacrificio por parte de los sacerdotes tlatelolcas y dirigentes de este espacio, previo a ser colocados en la cista. Cada elemento, aislado o visto en conjunto, posee una gran carga simbólica, la cual será analizada más tarde, pues no se descarta el vínculo de la ofrenda con ciertas divinidades, como Tezcatlipoca, una de las más complejas del panteón mesoamericano.

Cabe señalar, que en 2007, el Proyecto Tlatelolco ha recuperado de este espacio aproximadamente 470 entierros humanos que, en su mayoría, debieron sucumbir a la epidemia de cólera de 1833, incluidas mujeres en estado de gestación, como el caso de un par de individuos que analizan ambos alumnos.