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La actitud de Álvaro Obregón, al perder su brazo, no deja de ser bastante interesante.
Álvaro Obregón Salido fue una figura de la Revolución Mexicana luchando del lado de Venustiano Carranza, y más tarde se convirtió en el presidente de México de 1920 a 1924. Pero más allá de su historia de vida o familiar, se dice que Álvara Obregón perdió una de sus extremidades dos veces; igual que le pasó a Santa Ana y a Francisco Villa.
Álvaro Obregón nació en Sonora, y fue una de las figuras más importantes en la época postrevolucionaria que culminaría con la muerte de Emiliano Zapata y Francisco Villa. También fue retratado como un déspota y una figura oscura que jugaba con el poder en la novela de Martín Luis Guzmán, La sombra del caudillo, en la que se narra la represión del intento de golpe de Estado del gobierno dela huertista y la ejecución del general Serrano a través de la figura de Ignacio Aguirre.
Lo que pasó con la mano de Obregón, fue que el 3 de junio de 1915, antes de hacerse del poder, las relaciones entre Venustiano Carranza y el Centauro del Norte ya estaban resquebrajadas. Así que Carranza mandó a Obregón en contra de Villa, pero este sería víctima de un fiero ataque del ejército villista: “El caudillo sonorense fue alcanzado por un fragmento de granada en el brazo derecho, cercenándoselo de inmediato” se lee en el libro Ocho mil kilómetros en campaña del mismo general sonorense.
Asimismo, se dice que era tal el dolor que sin poder aguantarlo “tomé con la mano que me quedaba la pequeña pistola Savage que llevaba al cinto y la disparé sobre mi sien izquierda (…) pero mi propósito se frustró, debido a que el arma no tenía tiro en la recámara” escribió el caudillo, cuyos hombres retiraron rápidamente el arma de sus manos.
Tras los primeros auxilios, el doctor Enrique Osornio amputó el brazo de Obregón, quien creía no librarse de las garras de la muerte por la pérdida de sangre. A pesar de esto, Obregón seguiría en la lucha y finalmente el ejército villista sería vencido. El doctor conservó el brazo y se lo dio a uno de sus cercanos, quien se lo ofreció a su dueño original. Pero este solo dijo: “haga con la mano lo que se le antoje.”
Así que el brazo se lo quedó Francisco Roque Serrano y en una noche de juerga, según se dice, sería robado. A pesar de todo, Obregón llegó a la presidencia tras el asesinato de Carranza y asentó su poder en las nuevas élites posrevolucionarias de los años 20 con el apoyo de los militares triunfantes que escalaban en los escaños del poder. El caudillo nunca se mostró afligido por la pérdida y más adelante hasta bromeaba acerca del brazo: contaba que para encontrarlo, uno de sus oficiales lanzó una moneda y el brazo la atrapó.
También se dice que Obregón en realidad perdió la mano ante una mujer que cobraba por favores sexuales, y que fue el general Francisco R. Serrano quien habría pedido le regalase la extremidad al médico que realizó la amputación como recuerdo de las batallas en Guanajuato.
El General Obregón murió en 1928 a manos de León Toral, un religioso que fue tomado como un guerrero cristiano. Había un restaurante en el que Obregón se encontraba comiendo junto con otros militares en la Bombilla, que era al aire libre, cuando llegó Toral y le disparó varias veces.
Según se contó, un día Osornio, el médico que le amputó el brazo a Obregón, encontró el brazo en un prostíbulo en avenida Insurgentes, donde era exhibido dentro del lupanar. Así que el médico lo robó a una prostituta y se lo entregó a Aarón Sáenz en 1935. Este último convenció a Lázaro Cárdenas de construir un monumento en su nombre en el mismo lugar que fue asesinado: en el parque de la Bombilla.
El brazo sería exhibido durante décadas hasta que en 1989 sería incinerado y devuelto a la familia de Obregón, quienes le dieron sepultura y fue reemplazado por una escultura de bronce de la mano.
Lo que no se sabe es en dónde estuvo la mano de Obregón entre 1915 y 1935, fecha en que reapareció públicamente para ser exhibido durante 54 años en el monumento que se encuentra en el parque de La Bombilla, en San Ángel (justo en el lugar donde estaba el restaurante del mismo nombre y en el cual fue asesinado don Álvaro en 1928, dos semanas después de ser reelecto como presidente de la República), edificación construida para “honrar” la mano de Obregón.
En ese monumento estaba el frasco con la mano conservada por formol para que los mexicanos pudieran verla, la mano para ese momento ya lucía amarillenta y con una desagradable base “pulposa” compuesta por tejidos, huesos y carne.
Una versión afirma que la mano nunca estuvo perdida del todo, sino que permaneció en posesión de algún admirador de Álvaro Obregón, y que la familia fastidiada de tenerla en su hogar, tomó la decisión de entregarla al gobierno de Lázaro Cárdenas.
Fue en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, que la mano fue regresada a la familia de Obregón