Electa Arenal: muralista, pintora y poeta olvidada por un trágico accidente 

Foto destacada Colección Elena Arenal

Electa Arenal fue una artista mexicana que no pudo ver madurar su arte, debido a un suceso lamentable.

 

Elena Electa Arenal y Huerta fue una la pintora, grabadora, escultora, poeta, muralista y luchadora social; cuya obra es famosa por haber plasmado contenido social en edificios de la Ciudad de México y de la ciudad de Holguín, Cuba. Además, por haber fundado la primera escuela de escultura en la Cuba revolucionaria

Electa fue hija de Leopoldo Arenal y de Elena Huerta, miembros de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios y del Partido Comunista Mexicano. Electa nació en el seno del círculo artístico mexicano del siglo XX, tuvo una prolífica producción artística, pero vio interrumpida su vida en 1969, a los 34 años de edad, al caer de un andamio en el Polyforum Cultural Siqueiros.

Su vida es también bastante interesante, residió en la Unión Soviética junto con su madre y su hermana Sandra Arenal, activista, feminista y escritora, entre 1941 y 1945, periodo en el que se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, formándose así bajo los ideales políticos de la izquierda.

Colección Elena Arenal

Una vez terminado el conflicto, Electa vuelve a México e ingresa a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda y, posteriormente, a la Academia de San Carlos. Fue esposa del arquitecto Gustavo Vargas Escobosa, quien pertenecía al Partido Comunista y con quien procreó dos hijos; Leopoldo Valentín (1955) y Silvestre Emiliano Vargas Arenal (fotógrafo, 1958).

Como muralista se formó con su madre, Elena Huerta, a quien asistió en los frescos de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro entre 1951 y 1952 en Saltillo, Coahuila. Un año más tarde colaboró con Diego Rivera en los murales exteriores del Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. Asimismo, formó parte del taller Escuela Siqueiros, participando en la realización de los murales del Polyforum Cultural Siqueiros (1968-69) y en la Sala de la Revolución del Museo Nacional de Historia (1966-67).

Su obra como muralista independiente la realizó en Holguín, Cuba, a donde se trasladó animada por los ideales de la Revolución de 1959. En la isla realizó varias obras que incluyen los murales escultóricos Canto a la Revolución (1962), Átomos y niños (1963) y Revolución Cubana (1965); así como otros murales en bajorrelieve como Infancia (1963), Maternidad (1964) y Palomas (1965). Mención especial merece el mural pintado en el Hospital Lenin, Mural geométrico, que destaca por su técnica realizada en mármoles de varios colores.

Colección Elena Arenal

Durante su estadía en Cuba, cofundó el Taller Experimental de Escultura, conformado por artistas, artesanos y peones, iniciando así el muralismo escultórico revolucionario en Cuba. En 1965, en México, realizó el proyecto escultórico Carranza ecuestre para el gobierno de Coahuila y, en 1968, Los remeros para la Ruta de la Amistad en las instalaciones olímpicas junto al Canal de Cuemanco, en Xochimilco.

De hecho, a Electa Arenal Huerta, “La Mexicana”, solo dejó algunas huellas a su paso, siendo lo más destacado Canto a la Revolución y Niños y átomos. Quizá, lo más triste de la prolífica vida de esta artista, es que es más recordada por su muerte que sus obras.

El 12 de junio de 1969, mientras asistía a su tío, el muralista David Alfaro Siqueiros en la realización del mural del Polyforum, cayó de un andamio de 15 metros y perdió la vida a los 34 años. Tanto su padre, Leopoldo Arenal Bastar, su tío David Alfaro Siqueiros y su sobrino David Constantino Rodríguez Alfaro Siqueiros presenciaron la escena de su trágico fallecimiento. Dos años más tarde Siqueiros realizó una exposición retrospectiva sobre la obra de su sobrina, el propio Siqueiros comenta lo siguiente:

“(…Electa) estaba plenamente convencida de que en el arte público el mensaje tiene importancia definitiva y que la médula filosófica, ideológica del mensaje es lo que determina la forma de la obra […] Quería ser útil a una mayoría porque tenía arraigados principios políticos. No olvidaba la guerra, la opresión, la discriminación, la injusticia, el genocidio, por eso se aferraba a lo más positivo de su hacer artístico, en la plástica y en la poesía”.