Una maldición recorre caminos, pasillos y habitaciones de esta Hacienda en Tulancingo

Foto destacada exquitlan oficial

Esta es la historia de la maldición de una de las haciendas más históricas de Tulancingo.

 

Hidalgo es una ciudad con una gran historia minera, muchos edificios coloniales, e incluso una gastronomía deliciosa. Además, es uno de los destinos preferidos cuando se trata de explorar territorios místicos y tenebrosos para en cualquier fecha del año. Y la hacienda Exquitlán en Tulancingo, es uno de los lugares más reconocidos entre los habitantes, gracias a las leyendas que la envuelven…

La Hacienda Exquitlán está cerca del panteón municipal San Miguel y la capilla de la expiración en Tulancingo, lo que añade ese halo de misterio. Además, es un lugar que se destaca por sus muros de piedra, portones de madera y grandes ventanales y vitrales.

En varios lugares es posible leer que la Hacienda Exquitlán fue construida por don Pánfilo García, quien era un rico hacendado que poseía 99 fincas; ya que según la leyenda, una maldición o una ley, quizá, prohibía tener 100. Su hacienda en Tulancingo era su favorita, tanto por la belleza de la construcción con un estilo art noveau, los hermosos paisajes y donde se elaboraba la sidra El Pomar. 

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También nació el mito de que Don Pánfilo tenía un pacto con Satanás; más bien, otra forma de llamarle a Porfirio Díaz, ya que, Don Pánfilo fue un auténtico latifundista que trataba a sus peones como esclavos. Asimismo, se cuenta que le gustaba emular los tratos del General Díaz, y que era cruel con sus trabajadores y los trataba como esclavos. Su única hija era su favorita, pero ella cometió el error de enamorarse de un peón, por lo que cayó de la gracia de su padre.

Pero la hija estaba profundamente enamorada del peón y  querían casarse; al grado de que en un arrebato de ira, Don Pánfilo la golpeó y la encerró durante muchos meses; mientras que el peón fue torturarlo y aunque su hija le rogó que le diera Santa Sepultura, su padre no le hizo caso y él dio el cuerpo del enamorado de su hija, para que tirara las partes a los puercos. Su hija, al ver tanta crueldad, se deprimió tanto que se quitó la vida. También se dice que Don Pánfilo García mandó con sus animales a diversos pretendientes de su hija.

En general, se decía que Don Pánfilo tenía una crueldad especial, tanto que cuando falleció y fue sepultado, la tierra lo rechazaba. Además, se dice que en su funeral cayó una tormenta, y que cuando iban llegando al cementerio la caja empezó a rechinar con mucha fuerza. Cuando lo enterraron, el féretro era expulsado a la superficie. Por eso, los peones que le fueron más fieles lo llevaran a las montañas más lejanas que pudieran, cargando todo su oro, joyas y dinero.

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Se dice que a pesar de la lejanía en la que quedó su cuerpo, su féretro amanecía al aire libre. Además de que toda la fortuna del hacendado fue enterrada en algún lugar de la hacienda y hasta ahora nadie la ha encontrado. También se cree que fueron los revolucionarios los que hacían estas cosas para no dejar descansar al latifundista. 

Se dice que este espíritu se manifiesta a través de la figura de un charro negro, que suele andar por las inmediaciones de su hacienda, montado en un caballo, cuyas pisadas y casquillos se escuchan principalmente de noche. Otras personas aseguran que las almas de los desmembrados aparecen por los jardines del recinto; igualmente hay quienes han buscado su tesoro, pues según se cree, don Pánfilo enterró en su casa varios montones de monedas de oro. Pero hasta la fecha, nadie los ha encontrado.