Olga Kostakowsky: la pintora que mostró la ternura de la vida cotidiana en México

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Entre sus obras destacan los géneros de paisaje, naturaleza muerta y retrato.

 

El nombre de Olga Kostakowsky, como el de muchas otras pintoras mexicanas, sigue estando en un baúl cerrado. Por fortuna, cada día son más las mujeres que salen a relucir por su obra y habilidades, y no, como en el caso de Kostakowsky, porque fue la esposa el pintor mexicano José Chávez Morado

Kostakowsky es una pintora maravillosa, interesante y sus retratos son bastante creativos. Esta pintora llegó a la Ciudad de México a los 12 años. Su familia emigra de Berlín, luego de que su padre el músico y actor político ruso, Jakob Kostakowsky, fuera liberado de la cárcel en 1925. La familia se relaciona con la élite cultural mexicana en donde conoce a Diego Rivera. Tal es su admiración por el trabajo del muralista, que decide dejar la música, ámbito en el que se había desarrollado hasta esa entonces, y dedicarse a la pintura.

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Después de abandonar las clases en la Academia de San Carlos, en 1936, se casó con José Chávez Morado, miembro de la tercera generación de muralistas mexicanos, y cambia su apellido a “Costa” debido a las dificultades que enfrenta en un México post-revolucionario nacionalista, en el que a los artistas extranjeros, incluido su padre, no se les quiere reconocer. 

Una de las obras más reconocidas de Olga Costa es “La Vendedora de Frutas” y data del año 1951. También es su cuadro más grande con medidas de 2.7 metros de ancho por 1.50 de largo.  Se dice que el período productivo de Costa comienza en 1933 y termina en 1984, más de 50 años de trabajo en los que va cambiando de estilo e ideología. Esta artista hizo retratos, autorretratos, paisajes, abstracción, naturaleza muerta.

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Olga Costa se interesó por plasmar el clima, la brillantez del sol y la transparencia de los cielos mexicanos. Es por eso que sus obras son siempre muy luminosas. Además se interesa por la cultura indígena, lo que se aprecia claramente en muchas de sus obras.

Las pinturas de Olga se caracterizan por su extensa gama cromática y la integración de elementos de la naturaleza, como plantas, frutas y flores.  Algunas de sus obras forman parte del acervo artístico del Banco de México, FEMSA, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México y la Colección Blaisten.

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