Foto destacada: Carlos Sergio Müller
El Año Nuevo Seri celebra el ciclo de renovación para toda la comunidad comcáac.
La celebración del Año Nuevo Seri es una fiesta milenaria que se realiza cada 12 lunas, a diferencia del calendario ordinario en el que un año nuevo se festeja cada fin de diciembre e inicio de enero; en donde las familias se juntan y comparten comida, danzas tradicionales, cantos, pintura facial y convivencia.
Como los seris siguen su propio calendario basado en observaciones astronómicas y ciclos naturales, la fecha del Año Nuevo Seri puede variar de un año a otro, pero lo que no cambia es el tiempo de convivencia; además, en estas fechas se ofrecen servicios de turismo como parte de las actividades planificadas, que consisten en paseos por la costa y la Isla Tiburón con guías locales y gente de la comunidad.
Estas prácticas honran su herencia cultural, su forma de vida, vinculada al mar de Cortés, donde han vivido durante siglos. La pesca y la recolección de alimentos son parte integral de su existencia, y muchas de sus tradiciones están relacionadas con la vida marina y el desierto que los rodea. Este Año Nuevo se llevó a cabo del 30 de junio al 1 de julio, y tiene las puertas abiertas para todo el que desee conocer sus usos y costumbres.
Hoy en día, el pueblo Seri (Comcaac) cuenta con científicos, investigadores, ONG, agencias de gobierno, universidades, que a lo largo de varias décadas han capacitado y empoderado a jóvenes de la comunidad. Esto ha permitido el desarrollo de proyectos de monitoreo biológico de flora y fauna, protección de la diversidad biocultural, rescate de conocimiento tradicional, siendo la mayoría de estas actividades lideradas por jóvenes y acompañadas por maestros del conocimiento tradicional.
En el territorio Comca´ac se investiga y se preserva la cultura, ecología, medicina tradicional y educación ambiental. Se cree que en lengua yoreme, Comca´ac, significa “gente de arena” o “gente de piedra que viene de las montañas”. Aunque esta nación indígena tiene elementos en común con los pueblos originarios y aún vivos de Norteamérica, como los pápagos, pimas, yoremes o kikapús, es una cultura muy singular y su lengua es tan única como la purépecha o la maya, además de que está más que viva: todos sus habitantes son bilingües y los niños la hablan todos los días.
Asimismo, los comca’ac mantienen un fuerte vínculo con su memoria e historia. Jóvenes, niños y ancianos echan mano de ella a diario. Recuerdan para imaginar, para descubrir novedades, para no olvidar horrores e injusticias, para aprender o para decidir.