Foto destacada: INAH
El INAH llevó a cabo el rescate de este patrimonio en Jalisco, Guadalajara.
Los murales del Templo del Niño de Flamacordis tienen una ‘profecía’ en la que se presagia que el pueblo acabaría “sumergido bajo una abundante agua azul”, como amenazaba, entonces, la construcción de la presa El Zapotillo; por lo que se dice que se trata del vaticinio que el Gobierno de México ha hundido por completo, mediante la aplicación del Plan de Justicia para las comunidades de Acasico, Temacapulín y Palmarejo, en la región Altos-Sur de Jalisco.
Aunque en realidad se trata del rescate del patrimonio edificado, en donde el INAh, además del citado templo, ha rehabilitado también la Basílica de Nuestra Señora de los Remedios y el antiguo cementerio, en Temacapulín.
Este proyecto original abastecerá de agua a la zona metropolitana de Guadalajara amenazaba a los tres pueblos, pero tuvo adecuaciones técnicas para evitar su inundación, recuerda el especialista de la sección de Monumentos Históricos del Centro INAH Jalisco, Gerardo Enrique González Lupián. Con esto, también, se salvaguarda la memoria de asentamientos que se remontan al siglo VI d.C., cuya importancia histórica se debe a que se emplazaron en el único cruce natural del río Verde, que va desde Aguascalientes hasta la costa del océano Pacífico, en Nayarit, donde se unían las áreas culturales de Mesoamérica y Aridoamérica.
Estas comunidades formaron parte de la nación de los Tecuexe y la invasión española los alcanzó en 1530; 11 años después participaron en la rebelión general indígena de la Nueva Galicia, llamada “La Guerra del Mixtón”. Dada la trascendencia de estos poblados, localizados en los municipios de Cañadas de Obregón, Mexticacán y Yahualica de González Gallo, en abril de 2008, la Dirección de Patrimonio Cultural del Estado de Jalisco dictaminó que sus construcciones antiguas son patrimonio cultural y están sujetas a conservación y restauración especializada.
El Templo del Niño de Flamacordis de Mexticacán, presentaba diversos daños y deterioros por agentes químicos, fenómenos físicos, falta de un programa de mantenimiento preventivo, así como por la omisión en procesos constructivos. Se liberaron los enladrillados y el hormigón de cubiertas, que luego fueron restituidos, además de la integración de coronas de muro y cornisamentos.
Para la reestructuración de la cúpula se hizo la consolidación de grietas y fracturas en el casquete, sustitución de hormigón y azulejos. Se integraron aplanados en los paramentos exteriores del tambor, sustitución de manguetería en ventanas, consolidación de grietas en muros e instalación de un pararrayos y de escaleras para facilitar labores de mantenimiento.
En la Basílica de Nuestra Señora de los Remedios, en Temacapulín, se liberaron juntas en paramentos y entalle de las mismas en fachada; consolidación de vanos y grietas en muros, la integración de aplanados y azulejos en la cúpula del campanario. Al interior, se consolidaron grietas y fracturas en el presbiterio y bóvedas; asimismo, como parte de las obras complementarias, se realizó la liberación de elementos contemporáneos que afectaban al inmueble, y en la torre se instaló una escalera para favorecer su accesibilidad y mantenimiento.
Finalmente, en el cementerio antiguo de la localidad, además de colocar una estela con información histórica del sitio, se emprendió la reconstrucción parcial del pedraplén, el cual se consolidó, además de integrar el talud perimetral para su protección; en muros se restituyó material constructivo e integración de aplanado, pintura y corona (en la parte superior); se delimitaron diversos vestigios de lápidas, consolidación de monumentos funerarios e integración de senderos.