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La vestimenta de la Danza de Los Tocotines es tan colorida para ahuyentar a los malos espíritus.
Xico es un municipio que se encuentra en las montañas del oriente de Veracruz, devoto de Santa María Magdalena, además de otras tradiciones y festejos indígenas. Pero una de las festividades más peculiares, es la Danza de Los Tocotines, en donde los habitantes cantan y danzan al unísono al lado de réplicas de toros de cartón, figurillas amarradas a estructuras de madera con fuegos artificiales que en cada barrio se convierten en un tributo a la Santa que adoran desde el siglo XVI.
A esta festividad también se le conoce por la “encamisada” o el paseo de los toritos, con muchos cohetes y personas disfrazadas que transitan en las hermosas calles empedradas, junto a la procesión a niños, hombres y mujeres integrados a las danzas de bandas cruzadas, tocotines, moros y cristianos y de los payasos.
La Danza de los Tocotines representa la visita de Hernán Cortés con Moctezuma, ambos acompañados por sus respectivos capitanes, caciques y grupos de vasallos. En la Danza de los Payasos, con sus multicolores trajes y caretas, los hombres del campo bailan ataviados a la vieja usanza europea, pero con máscaras de madera tallados con las enseñanzas autóctonas.
Estas danzas son el preludio para recibir el Arco Floral que cargan los hombres curtidos en los campos de café y en el bosque, una ofrenda realizada con plantas nativas para adornar la iglesia, donde todos buscan un milagro que les cure de enfermedades “nuevas” y de aquellas que acompañan a la vejez, ese mal inevitable. Además, le rinden tributo con tapetes de aserrín que artesanos confeccionan en las calles del pueblo, preservando una actividad con más de dos siglos, que tiene en su guardarropa más de 500 vestidos, señal de los milagros cumplidos a lugareños y extraños que llegan a pedirle un favor y de la manda que deben efectuar sus fieles creyentes.
La Danza de Los Tocotines ha conservado la mayoría de los rasgos indígenas con las que se realizaba en su inicio, como el tipo de vestuario y accesorios, los cuales son manijas, sonajas y penachos, además esta danza se caracteriza por sus sones que son interpretados por el violín y la vihuela, que ‘musicalizan’ la historia de la conquista de México.
Asimismo, estas danzas representan la similitud con un payaso de fiesta pero enfocada a la fe católica, ya que ambas iniciaron como representaciones de la llegada de los españoles a la región centro de la entidad, donde rememoran la Conquista.
Las generaciones más viejas, han podido preservar y transmitir la danza a la nuevas generaciones, ya que el ritual puede durar hasta cuatro horas con casi 18 partes de la danza, para personificar cómo Hernán Cortés hizo la petición de convivir con el emperador Moctezuma a través de ciertos diálogos en idioma náhuatl. El tiempo de baile depende de la energía y fe de los tocotines que llegan a caminar grandes distancias hasta parlotear en la iglesia católica anhelada, murmurando sus peticiones personales e irradiando alegría de cumplir otra danza a su santo.