Caifanes: los dioses no tan ocultos del rock mexicano

Foto destacada: La Banda Elástica

Caifanes es una de las bandas imprescindibles de la historia del rock en español. 

 

Para muchas personas, los Caifanes son un sinónimo del rock hecho en México. Es tan popular, que todo el mundo conoce, al menos, una de sus canciones. Su nombre es reconocido por muchos, y a la fecha, sigue llenando conciertos y tocando para miles de personas. No hay duda, Caifanes es una de las mejores bandas en la historia del rock en español. 

Se dice que el nombre de la banda, Caifanes, se le ocurrió a Saúl Hernández, ya que de niño vivió en la colonia Guerrero de la CDMX cuando veía a los proxenetas, su mamá le decía: “Nunca te les acerques, son los caifanes”. Además, se dice que la palabra ‘caifán’, también era parte de la jerga popular, que habla de una persona que posee popularidad y respeto en una localidad “Cae fine”. Por supuesto, es el nombre de la película mexicana ‘Los caifanes’ de 1967. 

Los Caifanes son pieza clave de la escena rockera de finales de los ochenta, cuando los grupos comenzaron a promoverse en los medios y ganaron mercado frente al pop. Para muchos se trata del grupo más representativo de los noventa. Durante poco tiempo, formó parte de la escena underground con el nombre de Las Insólitas Imágenes de Aurora, que tenía una amplia base de fanáticos.

Su primer disco, Caifanes, también nombrado Mátenme porque me muero, Volumen 1 o Disco negro, salió en agosto de 1988 y el sencillo Mátenme porque me muero fue su primer éxito, seguido por Viento y La negra Tomasa, una versión de una cumbia escrita por el músico cubano Guillermo Rodríguez Fiffe. Fue un disco que mostraba claras influencias del grupo británico The Cure y del resto del movimiento dark. 

Gustavo Cerati participó como músico invitado en la grabación del álbum tocando la guitarra en la canción La bestia humana. Su segundo disco, Volumen II, mejor conocido como El diablito por la inclusión de la imagen de un diablo que recuerda una tarjeta de lotería, acompañado por una leyenda homónima, destacó la participación del guitarrista Alejandro Marcovich; cuya presencia resultó notoria desde un principio y su estilo fue fundamental en lo que comenzaría a ser el sonido de Caifanes.

En El diablito aparece una de las canciones más populares del grupo, La célula que explota. Esta canción, mezcla de balada rockera con música de mariachi, apunta muy claramente la dirección que Caifanes habría de tomar a partir de ese punto: una mezcla de rock con elementos de la amplísima gama de estilos que comprende la música popular mexicana.

El silencio de 1992 producido por Adrian Belew, incluye gran parte del repertorio clásico de Caifanes, que cuando salió a la venta fue un éxito en México, Centroamérica, algunos países de Sudamérica y entre la comunidad hispana de Estados Unidos. En agosto de 1992 llenaron por completo el Hollywood Palladium de Los Ángeles. En 1993 hicieron lo mismo en el Palacio de los Deportes de la ciudad de México, hazaña que ningún otro grupo de rock mexicano había logrado hasta el momento; con dicho concierto Sabo Romo se despidió de la agrupación. Diego Herrera lo seguiría poco tiempo después, al concluir esa gira.

Al llegar 1994, Caifanes queda reducido a un trío conformado por Saúl, Alfonso y Alejandro acompañados en el bajo por Federico Fong y en los teclados por Yann Zaragoza. Juntos dan forma al último álbum de los Caifanes, El nervio del volcán. Aunque su presencia en los medios de comunicación crece y es seguida muy de cerca por los noticiarios de MTV Latino para quien realizaron un “unplugged”, abrieron el concierto de los Rolling Stones en la ciudad de México y participaron en el festival WOMAD, organizado por Peter Gabriel. Caifanes ofreció su último concierto el 18 de agosto de 1995 en la ciudad de San Luis Potosí.

Tras la desintegración de Caifanes, Hernández se dedica a recuperarse de un mal viral en sus cuerdas vocales, e invita a Alfonso André (batería), a formar un taller musical llamado Jaguares, Alfonso, en ese momento se encontraba tocando en La Barranca con Federico Fong (bajo) y José Manuel Aguilera (guitarra) y propone a Saúl incorporarlos a la nueva banda. El resto se sigue escribiendo en los libros de la historia del rock mexicano.