La Cereada de Ocotepec: Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

Foto destacada: José Luis López

La Cereada es una tradición muy particular del Día de Muertos.

 

En todo México hay diversas experiencias relacionadas al Día de Muertos, pero la que se lleva a cabo en Ocotepec, lleva por nombre la cereada; y es una forma de recordar a los seres queridos fallecidos, celebrar sus vidas y mantener viva la conexión con ellos a través de la comunión en el cementerio durante esta festividad.

Como en muchos lugares del país, las familias y la comunidad se reúnen en los cementerios locales para decorar las tumbas de sus seres queridos con ofrendas que incluyen flores, velas, alimentos, bebidas y objetos personales de los difuntos. Pero lo que caracteriza a la cereada de Día de Muertos en Ocotepec, y es que una parte importante de la celebración, es que las familias pasan la noche junto a las tumbas de sus seres queridos, compartiendo alimentos, bebidas y recuerdos.

José Luis López

La celebración de la Cereada en el poblado de Ocotepec es parte de las tradiciones prehispánicas de nuestro México antiguo, actualmente es considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

La Cereada se celebra cada año desde el 28 de octubre, el Día de San Lucas, y en Ocotepec se festeja el 18 de octubre debido a que en tiempos de la Revolución hubo una matanza, de alrededor de 40 personas. Al mediodía del 17 de octubre se coloca la ofrenda, para que el 18 ya esté lista. Por la mañana se reúnen las familias en un ritual más íntimo, ya que por la tarde se empieza a recibir a la gente externa a la comunidad. Previo a la colocación de la ofrenda se hace una novena, con rezos propios de la comunidad.

Lo importante de las ofrendas, es la devoción con que se colocan las ofrendas y el objetivo de ellos que es el recuentro con los difuntos, y señala que en Ocotepec las puertas de las casas están abiertas para todos los visitantes que quieran acercarse a la tradición de Día de Muertos.

José Luis López

Otra característica de los altares de Ocotepec es “el cuerpo simulado”, un bulto que viste la ropa y zapatos de la persona que falleció para dar la apariencia de que está el finado, en lugar de cabeza se coloca una calaverita de azúcar con un sombrero o un rebozo. Alrededor del cuerpo se disponen flores, velas y fruta, y en los pies la ofrenda de alimentos y bebidas. Cuando se monta por vez primera la ofrenda a una persona recién fallecida, le nombran Ofrenda Nueva, en este caso los deudos son visitados por sus vecinos y amigos a quienes como muestra de agradecimiento se les da de comer y beber. 

Los visitantes a las ofrendas deben llevar un cirio o vela para alumbrar el camino del muerto hacia su casa, costumbre que se conoce como “la cereada”, por los cirios que se obsequian. A finales de octubre y principios de noviembre, las poblaciones indígenas de todo el país preparan minuciosamente los manjares favoritos de los difuntos, que son colocados alrededor del altar familiar y de la tumba, en medio de las flores y de objetos artesanales. Estos alimentos se realizan con particular esmero, pues existe la creencia de que un difunto puede traer la prosperidad (por ejemplo, una abundante cosecha de maíz) o la desdicha (enfermedad, accidentes, dificultades financieras, etc.), según le resulte o no satisfactorio el modo en que la familia haya cumplido con los ritos.


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