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La Planta de Carbonización Hidrotermal es un gran paso hacía la transición energética en la CDMX.
El proyecto de la Planta de Carbonización Hidrotermal es uno de los primeros que se desarrollaron de manera interdisciplinaria en la CDMX, ya que es un legado conjunto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Secretaría de Energía (SENER) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), con el fin de impulsar las energías renovables y la transición energética.
Esta Planta cuenta con una infraestructura que transforma la basura orgánica en electricidad y pellets de carbón vegetal de cero emisiones de gases de efecto invernadero. Su función es aprovechar los residuos secos a través de un proceso de gasificación para generadores eléctricos, así como residuos húmedos que serán convertidos en carbón.
Este proyecto, que forma parte del eje Basura Cero del Programa Ambiental y de Cambio Climático en la Ciudad de México, tuvo una inversión de 300 millones de pesos en su primera fase. Se creó para procesar 72 toneladas de materia orgánica húmeda al día, y aproximadamente 25 toneladas de materia orgánica seca. La obras iniciaron desde julio de 2021 y ya es una planta activa.
Al respecto, Luis Agustín Álvarez Icaza, investigador del Instituto de Ingeniería de esta casa de estudios, y también ganador del Premio Universidad Nacional y líder del proyecto explicó: concluyó la construcción y la Planta se encuentra en etapa de acondicionamiento, donde se probó el inicio de operaciones y se realizan ajustes para su correcto funcionamiento.
Asimismo, mencionó: “Aun en esta etapa de acondicionamiento la Planta está trabajando y reduciendo emisiones. Pensamos que lo importante es que funcione a escala completa porque tiene un impacto sustancial en la economía circular. La ventaja de esto es que el hidrochar es un producto de alto valor agregado.”
El doctor en Ingeniería Mecánica rememoró que cada año nuestra nación produce más de 20 millones de toneladas de basura orgánica, de las cuales mil 250 son procesadas en plantas de composta. Sin embargo, a lo largo del tiempo este modelo ha demostrado no ser efectivo, pues si no se hace de manera correcta hay demasiadas emisiones de metano, y aunque se procese bien se sigue generando. De ahí que la construcción de la Planta para el manejo de estos recursos se basa en el llamado hidrochar, un proceso de carbonización hidrotermal de biomasa que permite la recuperación del carbono contenido en los residuos orgánicos, produciendo biomateriales a base de carbono para la industrial.
Esta planta está ubicada en el Bordo Poniente, en lo que era el lago de Texcoco, y una vez que usa los residuos secos a través de un proceso de gasificación para generadores eléctricos, así como los desechos húmedos que son convertidos en carbón, de los que se obtiene el hidrochar, agua rica en nutrientes y vapor de agua. El hidrochar es un producto que tiene un valor económico. La CFE paga 100 dólares por cada tonelada de carbón que trae de Australia; por otro lado, el agua del proceso tiene un gran poder de fertilización, entonces son dos productos con alto valor comercial.
México apunta a una mayor reducción de gases de efecto invernadero, como parte de su lucha contra el cambio climático, este desarrollo permitirá transformar residuos orgánicos en biomateriales y energía limpia, contribuyendo significativamente a la disminución de emisiones de contaminantes. Con esta capacidad, se estima una reducción anual de 24,600 toneladas de dióxido de carbono (CO2) y el secuestro de 9,500 toneladas de carbono.
Según Álvarez Icaza, este módulo es solo el comienzo de un ambicioso plan que busca construir 36 plantas en todo el país, capaces de producir 300 toneladas de hidrochar al día y secuestrar hasta 342 mil toneladas de carbono al año, a fin de posicionar a México como un referente en la transición energética y la economía circular, con beneficios tanto ambientales como económicos.
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