Foto destacada: Joshua Santos
El Golfo de México es una región con mucha historia, cultura y biodiversidad.
El presidente electo estadounidense, Donald Trump, dijo el martes que intentará cambiar el nombre del Golfo de México por el de “Golfo de Estados Unidos”, esto porque según el Presidente de los EU, se trata de un nombre que suena “hermoso”.
No obstante, desde el siglo XVI, el Golfo de México ha tenido este nombre, además de ser un punto estratégico y cultural. Su nombre, que proviene de la ciudad indígena de México, ha resistido el paso de los siglos y los cambios de poder colonial. Ahora, esta denominación enfrenta un cuestionamiento desde Estados Unidos, impulsado por Donald Trump, quien propone renombrarlo bajo la premisa de que su país “hace la mayor parte del trabajo”.
Pero el debate sobre el nombre del golfo no es nuevo. En 2012, un legislador de Mississippi sugirió llamarlo “Golfo de América” para el tramo que bordea las playas del estado. Aunque estas propuestas no prosperaron, resurgieron con la retórica nacionalista de Trump, quien también anunció en su conferencia de prensa nuevos proyectos de explotación petrolera en la región.
El nombre “Golfo de México” tiene raíces profundas, documentadas en mapas históricos de los siglos XVI y XVII. Durante la época colonial, España lo incluyó como parte del Virreinato de Nueva España. Otros nombres como “Mare de Nort” o “Golfo de Nueva España” también aparecieron en mapas antiguos, pero ninguno logró la permanencia de su denominación actual, esto acuerdo con el libro de Historia de la conquista de México” de Antonio de Solís”.
Américo Vespucio, en 1497, fue el primer europeo en navegar por sus aguas, aunque sin bautizarlo. Más tarde, exploradores como Juan de Grijalva y Hernán Cortés consolidaron la influencia española en la región, dejando un legado que se reflejó en los mapas de la época. Por ejemplo, el mapa de Ortelius de 1584 y el de De Bry de 1591 ya utilizaban el término “Golfo de México”, vinculándolo a su riqueza natural y estratégica.
El Golfo de México es vital para la economía y la ecología de América. Alberga una de las reservas petroleras más importantes del mundo y su biodiversidad lo convierte en un ecosistema único. Sin embargo, este nuevo intento de renombrarlo plantea preguntas sobre soberanía cultural y respeto histórico.
Trump justifica su propuesta argumentando que Estados Unidos invierte más recursos en la región, pero esto ignora los siglos de historia compartida con México y otros países del Caribe. Además, según la Organización Hidrográfica Internacional (OHI) señala que podría alterar acuerdos internacionales y políticas ambientales vinculadas al golfo. Es la sugerencia más reciente de Trump para redibujar el mapa del hemisferio occidental. En varias ocasiones, el presidente electo se ha referido a Canadá como el “estado 51”, ha exigido que Dinamarca considere ceder Groenlandia y ha pedido a Panamá que devuelva el Canal de Panamá.
A menudo, el Golfo de México es mencionado como la “tercera costa” de Estados Unidos debido a que abarca cinco estados del sureste del país. Para los mexicanos no hay otra manera de llamarlo. Los estadounidenses y los mexicanos divergen en cómo llamar a otro cuerpo de agua clave, el río que forma la frontera entre Texas y los estados mexicanos de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Los estadounidenses lo llaman Río Grande, mientras que los mexicanos lo llamamos Río Bravo.
La Organización Hidrográfica Internacional —de la cual Estados Unidos y México son miembros— trabaja para asegurar que los mares, océanos y aguas navegables del mundo estén bien trazados y cartografiados uniformemente, y también nombra algunos de ellos. Hay casos en los que los países se refieren al mismo cuerpo de agua o monumento con diferentes nombres en su propia documentación.
Leave a Reply