Graffiti: un patrimonio a proteger; afirma investigadora de la UNAM

Foto destacada: Graffiti Art Magazine

El graffiti es una de las manifestaciones poco estudiadas y entendidas en México.

 

La palabra  grafiti se deriva del italiano y, a pesar de que es popular desde hace cuarenta años, en realidad comenzó a oírse hace muchos siglos. Se usaba para nombrar a aquellas inscripciones satíricas, regularmente escritas en espacios públicos, hechas durante el Imperio Romano, y conocidas como grafito, palabra derivada de grafio (rasguño). 

Dichos escritos tenían un corte político o social, eran quejas, mensajes de carácter amoroso o sexual, propagandas o solo la firma de alguien; para decir que estuvo en ese lugar. Mensajes directos, breves, y marcas privadas que se realizaban de manera habitual en las grandes ciudades romanas.

Pero desde los años 90, existe un debate: “el graffiti es arte o vandalismo”. No obstante, para Yareli Jáidar Benavides, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, no se trata simplemente de vandalismo, sino de múltiples formas de expresión con una composición única que requiere un estudio detallado para proteger el patrimonio cultural.

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Esta investigadora lleva varios años hablando de la necesidad de analizar los materiales utilizados en estos trabajos de arte callejero, así como los productos antigraffiti empleados para prevenirlos en edificios históricos o murales. Este enfoque permite una evaluación más precisa de los sistemas de limpieza y remoción, ponderando los pros y contras de cada método. “Así se dotan de herramientas a quienes toman las decisiones sobre el patrimonio”, enfatizó.

De ahí, que Benavides haya desarrollado varios proyectos en torno al “patrimonio cultural” del graffiti, muchos de ellos en colaboración con el INAH, el INBAL y el Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), donde también participan los institutos de Física y Química de la UNAM y el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares.

Se trata de trabajos multidisciplinarios que estudia la composición de los graffitis, los productos para prevenirlos, además de buscar la creación de un seminario permanente para analizar al graffiti en todas sus facetas, desde sus formas más antiguas en zonas arqueológicas hasta las formas modernas en las ciudades.

Además, Jáidar Benavides, quien también se desempeña como restauradora de arte especializada en la ciencia de la conservación y el estudio de materiales, recuerda la diversidad de las expresiones del graffiti, que pueden ir desde “firmas” y “bombas” hasta elaboradas “piezas”, con raíces tan lejanas como las calles de Nueva York.

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“Es fundamental entender estas manifestaciones y no quedarse con la idea de que son solo actos de vandalismo”, asevera Jáidar. La discusión no se centra solo en el graffiti, sino también en el uso del espacio público y en la cuestión de por qué pueden haber expresiones de los partidos políticos en las paredes, pero no las de los ciudadanos.

La experta sostiene que, además de los tipos de materiales empleados para crear los graffitis, se debe investigar su evolución a lo largo del tiempo, especialmente en el caso de los aerosoles, que han sufrido cambios en sus propiedades químicas e industriales. Cuando es necesario eliminar estos graffitis, es vital conocer las técnicas más efectivas para hacerlo. Dentro de su proyecto, también se planea elaborar la historia del graffiti en México, que incluirá una exposición y una publicación. “Las investigaciones no deben limitarse a la eliminación del graffiti, sino entender quién lo hace y para quién lo hace”, concluye.

Estas manifestaciones son un fenómeno social que existe desde los inicios de las sociedades. Estamos ante una necesidad de expresión y uso del espacio público, que también es un derecho. “Pensar que son solo vandalismo es muestra de la falta de información”, opina Jáidar.

Asimismo, asegura que el graffiti es una forma de expresión cultural que necesita ser estudiada antes de su eliminación; es una expresión del uso del espacio público, que puede ser tan legítima como las manifestaciones de los partidos políticos. Además, en ocasiones, se trata de una acción transgresora, ilegal, irreverente; también algo que forma parte de la comunidad y de las expresiones públicas. 


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