Cuenta la historia que en 1912 la región de Acambay y Temascalcingo fue sacudida por un gran temblor, el cual afectó a varias comunidades. No solo se cayó la torre de la iglesia y algunas columnas, sino que los manantiales se secaron por el cambio de rumbo producido por el movimiento telúrico, perdiendo cosechas y generando hambruna.
Eso, señalan las versiones recogidas en la historia local, provocó angustias entre la población que pensó en un castigo divino, por lo cual al siguiente año, en 1913, los habitantes del municipio de Temascalcingo se reunieron para pedir auxilio celestial.
Sin embargo, al no sentirse dignos de mirar a Dios a la cara, cubrieron sus rostros con máscaras de viejitos, para representar a las personas más sabias, experimentadas y reconocidas en las comunidades.
Fue así como aparecieron la vieja y el viejo mayor con ropa de manta, morral de ixtle, huaraches, garrote en mano y una gran máscara que acentúa los rasgos de cada uno, hechos con penca de maguey seca, con cabello y barbas de ixtle.

A lo largo de su travesía, los Xitas recorren casa por casa mientras son bien recibidos por los habitantes, quienes les ofrecen delicias como pulque, tortillas, frutas, dulces y maíz. Esto como agradecimiento por su entrega y sacrificio al realizar el baile.
A esta danza se le conoce como Danza de los Xitas o «Viejos de Corpus«. Se trata de una tradición local mazahua cuyos antecedentes se han rastreado en 1913. En aquel año, la cosecha fue desastrosa, por lo que hubo una terrible hambruna y prevalecieron las enfermedades.
Los habitantes estaban desesperados. Por ello, los principales del poblado pidieron auxilio divino. Como muestra de su humildad y compromiso, aquellas personas se pusieron máscaras que representaban a ancianos y oraron durante toda la víspera del Corpus Christi. Posteriormente, hicieron una procesión para pedir que terminara el desastre.

Gracias a que sus ruegos fueron escuchados, desde entonces quedó como tradición que cada año los Xitas se pusieran el traje, las máscaras de Temascalcingo, y realizaran la procesión danzando al ritmo de la música. Los danzantes son dirigidos por un «mayor» y en cada barrio hay un mayordomo que organiza la fiesta.
Cabe mencionar que las máscaras están hechas a base de maguey, papel maché y madera de colorín. Asimismo, el ajuar de los Xitas tiene un profundo significado. De hecho, su ropa remite a la tierra misma. Las máscaras son de ancianos porque representan la sabiduría agrícola de los viejos. Esta es indispensable para que la gente pueda alimentarse y por lo tanto, existir.
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