Los años pasan y los hallazgos arqueológicos no dejan de sorprendernos, pues recientemente un grupo de investigadores encontraron una ciudad maya que estaba oculta en una selva en Campeche.
Este complejo ya fue bautizado con el nombre de Valeriana, pues hace referencia a una laguna de agua dulce que se encuentra cerca de esta fascinante ciudad prehispánica.
Según especificaron los arqueólogos, Valeriana tenía una extensión de 16.6 kilómetros cuadrados, donde había anfiteatros, pirámides con templos y hasta un campo de juego de pelota.
Para dimensionar un poco lo que representa esta ciudad maya basta con decir que los sitios que la componen son del tamaño de Edimburgo, capital de Escocia.
El hallazgo de Valeriana fue un mero accidente
Luke Auld Thomas, estudiante de doctorado de la Universidad de Tulane, Estados Unidos, fue uno de los principales responsables de este grandioso descubrimiento, pero debido a un pequeño accidente mientras navegaba en Internet.
De acuerdo con el relato de Auld Thomas, se encontraba navegando por la página 16 de Google cuando encontró algo bastante peculiar.

Un estudio realizado por una organización mexicana para el monitoreo ambiental, que pasó por alto un ligero detalle.
Y es que el estadounidense procesó los datos de dicho estudio con métodos arqueológicos, solo para darse cuenta de la tremenda ciudad que había debajo de la selva.
Los expertos estiman que este descubrimiento es el segundo con mayor densidad, solo después de la ya conocida Calakmul.

Valeriana, un hallazgo maya invisible en Campeche
El hallazgo de Valeriana fue documentado en el artículo “Quedarse sin espacio vacío: lidar ambiental y el abarrotado paisaje antiguo de Campeche, México”, en el que se detalla cómo datos recolectados en 2013 por la empresa mexicana CartoData y analizados posteriormente por el Centro de Investigación Woods Hole (WHRC) expusieron una red cada vez más densa de paisajes tropicales urbanizados. Pese al entusiasmo, persisten reservas académicas sobre el posible sesgo de muestreo, que podría derivar en sobrestimaciones del tamaño y población de estos asentamientos.
“Los transectos tienen aproximadamente 275 m de ancho y 213 km de largo, para un área total de cobertura de 58.3 km². Los bloques de estudio suman 64.1 km²”, especifica el documento. Las nubes de puntos obtenidas mediante tecnología liDAR fueron reprocesadas bajo parámetros del Centro Nacional de Mapeo Láser Aerotransportado (NCALM), desarrollados expresamente para investigaciones arqueológicas, generando un modelo digital del terreno con resolución de un metro por píxel y una densidad de 5.01 puntos en el suelo.
Luke Auld Thomas, junto con sus colegas, logró descifrar el patrón urbano en los datos y bautizó el lugar como Valeriana, en homenaje a una laguna de agua dulce vecina. Desde entonces, la ciudad perdida comenzó a derribar mitos sobre las civilizaciones tropicales.
“El hallazgo está sirviendo para cambiar la visión occidental de que los trópicos eran lugares donde ‘las civilizaciones iban a morir’”, señaló el profesor Marcello Canuto, coautor del estudio. Según el experto, esta región albergó culturas sofisticadas y resilientes. Aunque los motivos del colapso siguen sin aclararse, el cambio climático figura entre los principales factores considerados por los especialistas.
Valeriana presenta “características de una ciudad capital” y ocupa el segundo lugar en densidad constructiva dentro del área maya, solo superada por Calakmul, ubicada a unos 100 kilómetros. Paradójicamente, permanece “oculta a simple vista”, como describen los arqueólogos, se esconde bajo montículos en las cercanías de Xpujil, habitadas hoy por descendientes directos de los antiguos mayas.
No existen imágenes del sitio porque, según reconocieron los investigadores, “nadie ha estado allí nunca”. Sin embargo, la BBC menciona que algunos lugareños ya sospechaban lo que se escondía bajo la tierra.

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