Vivir entre la frontera de México y Estados Unidos es experimentar una mezcla constante de culturas, una cotidianidad marcada por los cruces fronterizos y una identidad en constante transformación. En ese cruce de mundos crecen artistas como la muralista Angie Navarro.
Aunque originaria de Tijuana, ha pasado gran parte de su vida en Estados Unidos, y desde ahí ha llevado consigo la cultura que la formó, expandiéndose más allá del continente.
Recientemente, Angie plasmó su arte en Australia como parte de una colaboración con el artista Eric “Zoueh” Skotnes. Juntos crearon un mural que fusiona sus visiones, emociones y formas de entender el arraigo a una tierra, sin importar dónde se esté.
Los inicios de angie en el arte y su amor por la tierra que la vio nacer
Para Angie Navarro, la frontera es mucho más que solo el cruce entre dos países. Aunque creció entre la línea que divide a México y Estados Unidos, siente una necesidad profunda de mostrarle al mundo que Tijuana, su ciudad natal, tiene identidad, historia y cultura, y no es únicamente una zona de paso.
Angie Navarro vivió en Tijuana hasta los 4 años, cuando una situación familiar la obligó a emigrar. Aun así, conserva memorias muy presentes de su infancia. Su casa, ubicada en la calle Libertad, estaba justo frente a la secundaria Leyes de Reforma, donde había un mural que desde entonces captó su atención.
“Me acuerdo que siempre que cruzábamos la línea me llevaba y me compraba libros de colorear y colores y me sentaba enfrente y dibujaba todos los días, pintaba, y nunca pensé que estuviera haciendo algo así, así pasó todo, así empezó”, declaró Angie Navarro para NORO.
Migrar a Estados Unidos no fue fácil. Con el tiempo, Angie desarrolló una lucha interna que, al madurar, se transformó en un sentimiento de no pertenencia. Durante sus primeros años fuera de México, sintió que le habían arrebatado una tierra que todavía no terminaba de conocer.
“Mantener mis raíces de Tijuana todavía presente en mí, porque a veces vienes aquí, sientes que tienes que ser como los demás y sientes que se te olvida de dónde eres y es triste porque no quiero, no quiero olvidar de cómo es, que cómo es la lucha de venir de México y trabajar duro para llegar aquí y las partes originales tuyas, estas raíces.
Con los años, encontró en el muralismo un espacio donde se siente en paz. Pintar se convirtió no solo en un refugio, sino en una forma de reconectar con su historia. Fue así como comenzó a incorporar elementos personales que la representaran, como sus recuerdos de infancia.
“Me acuerdo que cuando yo iba a Guadalajara, mi abuelita, su mamá, me enseñaba cómo coser a mano, y me di cuenta de que coser a mano me calma y me llena el corazón”, dijo para NORO.
Inspirada por su madre, su abuela y su pareja, el artista Eric “Zoueh” Skotnes, así como por su forma particular de pintar, Angie Navarro se animó a explorar nuevas técnicas. En su primer mural en Miami, comenzó a experimentar con el bordado pintado, descubriendo que esa práctica también le generaba una profunda paz.
De Tijuana a Australia, con pinceladas de identidad
Aunque fue Eric “Zoueh” Skotnes —su pareja y también muralista— quien la invitó al proyecto, fue Angie Navarro quien impregnó el mural con alma mexicana. Juntos crearon una obra que rinde homenaje al Día de Muertos, una de las tradiciones más emblemáticas del país. Aunque Eric no es mexicano, propuso representarla a ella como una catrina, y sobre esa base fueron incorporando elementos que enriquecieron el mensaje cultural de la pieza.
“Empezamos a tratar de diseñar algo juntos, y él sugirió poner los xolos, porque soy de Tijuana… Pusimos los xolos de Tijuana y una flor azteca.”, recordó para NORO.
Así, la pareja fusionó sus estilos y visiones en un mural que busca representar a México en tierras lejanas. La intención es que cada mexicano que viva o visite Australia se sienta orgulloso, representado y conmovido al ver parte de su cultura plasmada en ese muro.
Para Angie, representar la cultura mexicana más allá de las fronteras —ya sea en Australia o en Estados Unidos, donde reside— se ha convertido en un acto de resistencia. En un contexto donde las políticas migratorias se han endurecido, ella encuentra en el arte una forma de protesta y afirmación identitaria.
“Todavía lloro por esa niña, porque sigue luchando y cargando con muchas heridas. Pero estoy muy orgullosa de todo lo que ha logrado”, confesó conmovida al recordar su historia de migración, marcada por la búsqueda de oportunidades.
Angie Navarro espera seguir compartiendo su arte con el mundo. Su meta es clara: que cada mural que pinte rinda homenaje a la tierra que la vio nacer y a la cultura que la define, llevando un pedazo de Tijuana a cada rincón del planeta.

