Aún hay esperanza para el axolote según resultados del censo en Xochimilco

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en colaboración con Conservation International, ha iniciado una innovadora campaña de monitoreo del axolote (Ambystoma mexicanum) en los canales de Xochimilco, utilizando la técnica del ADN ambiental (eDNA) para detectar la presencia de esta especie en peligro crítico de extinción.

Se tomaron muestras de agua de 53 puntos distintos, incluyendo 10 zonas protegidas (refugios con calidad hídrica mejorada) y 43 áreas no protegidas.

“A diferencia de censos anteriores, esta vez incluimos ADN ambiental para entender mejor dónde sobreviven los axolotes y cómo está cambiando su hábitat”, explicó Luis Zambrano, director del Laboratorio de Restauración Ecológica de la UNAM.

“Los resultados confirman lo que temíamos: la perturbación del hábitat está llevando al axolote al borde de su extinción. Su futuro y la salud de Xochimilco dependen de inversiones sostenidas en la chinampería, liderazgo local y un nuevo enfoque de vida urbana que integre a la naturaleza”, dijo al destacar las oportunidades de recuperación mediante la restauración de su hábitat y la colaboración con chinamperos locales.

El material genético del axolote fue detectado en refugios, señalando su presencia; y solo en un sitio fuera de ellos, lo que sugiere que, aunque limitado, aún persiste fuera de zonas óptimas

Hasta ahora se ha cubierto solo un tercio de la extensión total de Xochimilco, con lo que los investigadores planean ampliar los rastreos y esperan publicar un censo actualizado a principios del próximo año. 

Luis Zambrano destacó que los esfuerzos de conservación no solo favorecen al axolote, sino que también mejoran la calidad del agua y estimulan la presencia de polinizadores, beneficiando a todo el ecosistema chinampero. 

Se plantea la urgencia de generar políticas públicas firmes para prohibir actividades no compatibles, como discotecas, canchas o spas, en las chinampas, fomentando en cambio actividades agrícolas tradicionales con ingresos dignos para los campesinos. 

La presencia de ADN en áreas no protegidas, aunque poco frecuente, es alentadora porque sugiere cierta resiliencia de la especie, incluso ante la continua degradación del hábitat.