El tren México-Querétaro podría atravesar una de las regiones con mayor riqueza histórica del país. Por ello, el proyecto incluye un programa de excavaciones arqueológicas en caso de encontrarse vestigios durante su construcción, especialmente por su cercanía a la zona arqueológica de Tula, ubicada a tan solo 600 metros del trazo propuesto para la vía férrea.
Excavaciones obligatorias si se encuentran vestigios
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) señaló que, si durante la obra se registran hallazgos arqueológicos, será obligatorio presentar un protocolo de excavaciones. Además, las autoridades federales deberán obtener autorizaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para garantizar el resguardo del patrimonio.
Aunque el proyecto no contempla afectaciones directas a la zona arqueológica de Tula, sí reconoce que existen áreas con alta probabilidad de contener vestigios. El INAH deberá dar visto bueno a cualquier obra en zonas cercanas a monumentos o sitios con potencial arqueológico.
En respuesta oficial, el INAH informó que dentro del área de influencia del proyecto se encuentran 36 sitios arqueológicos y 39 monumentos históricos registrados. Sin embargo, advierte que la zona no ha sido estudiada a fondo, lo que hace probable el hallazgo de más elementos históricos o incluso paleontológicos.
Por esta razón, se prevé la implementación de un programa de excavaciones como parte del plan de salvamento arqueológico. Este se aplicará en la ampliación del falso túnel ya existente y en otras zonas del derecho de vía que presenten riesgo para los vestigios.
Intersección con el Camino Real de Tierra Adentro
Uno de los hallazgos más relevantes del INAH es la intersección del trazo ferroviario con ocho tramos del Camino Real de Tierra Adentro, también conocido como camino de la plata. Este antiguo corredor, utilizado entre los siglos XVI y XIX para el transporte de minerales, es patrimonio mundial de la UNESCO por su valor histórico universal.
Estas intersecciones se ubican en los estados de Querétaro, Hidalgo, Estado de México y la Ciudad de México. Debido a su relevancia, cualquier intervención en estas áreas requerirá especial cuidado y coordinación con el INAH.
Coordinación legal y salvamento patrimonial
La Semarnat puntualiza que, aunque el proyecto del tren se construirá principalmente dentro de un derecho de vía ya existente, será necesario cumplir con la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Esto implica que cualquier hallazgo deberá ser reportado de inmediato y que los trabajos no podrán continuar sin la autorización correspondiente del INAH.
En el primer tramo, que inicia en la capital del país, se encuentran las zonas con mayor riesgo arqueológico, incluyendo la ciudad prehispánica de Tula. Por ello, el documento ambiental subraya la importancia de que el salvamento arqueológico sea una prioridad antes, durante y después de las obras.
Obras complementarias en zonas de riesgo
Además del tendido ferroviario, el proyecto contempla obras complementarias como puentes, túneles, pasos de fauna y drenajes mayores en municipios como Atotonilco de Tula, Tepeji, Tula, Nopala y Chapantongo. Varias de estas obras cruzarán cuerpos de agua y zonas federales, como el río Tula, el río El Salto y la presa Endhó.
En Tula, por ejemplo, se construirán seis nuevos puentes, se adecuarán otros seis, se ampliará un túnel falso y se edificarán tres viaductos. También habrá 37 pasos vehiculares y pasos de fauna en parques nacionales.
En Nopala se prevé la edificación de seis puentes, un viaducto, 23 pasos vehiculares y la ampliación de dos puentes existentes. En Atotonilco de Tula se construirá otro viaducto nuevo y seis pasos vehiculares adicionales. Tepeji sumará dos puentes más y nueve pasos para vehículos.
Protección del patrimonio como prioridad
La relevancia histórica y cultural de la región ha obligado a que el proyecto del tren México-Querétaro contemple acciones preventivas para salvaguardar el patrimonio. La coordinación con el INAH será crucial para garantizar que el desarrollo de infraestructura no implique la pérdida de vestigios valiosos para la historia de México.
Este modelo de trabajo también podría sentar un precedente para futuros proyectos de gran escala que atraviesen zonas con potencial arqueológico, impulsando una visión de desarrollo más respetuosa con el legado cultural del país.

