Los habitantes silenciosos de la Ciudad de México…
En alguna ocasión Jorge Luis Borges escribió “la vieja mano sigue trazando los versos del olvido”. Aunque el autor argentino nunca conoció el Panteón Civil de Dolores, sin querer trazó con sus palabras las condiciones actuales de este emblemático cementerio. Un lugar habitado por tumbas anónimas que pertenecieron a hombres de otras épocas.

Ubicado en el corazón de la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec, el Panteón de Dolores es algo más que un cementerio lúgubre. Es en realidad una pieza viva de la historia de nuestro país. Ahí están los féretros (vacíos en su mayoría) de Tina Modotti, el General Calles, Venustiano Carranza, Alfonso Reyes y Ángel del Campo uno de los primeros cronistas de la Ciudad de México.
Este camposanto es el más grande América Latina. Mide 200 hectáreas y tiene 7 millones de habitantes que duermen ahí en el “sueño de los justos”. Se construyó en 1874, lejos de la ciudad para evitar que se propagaran epidemias, como ya había ocurrido en el siglo XVIII con un pequeño cementerio que estaba ubicado en la Colonia Doctores.

El primer dueño que tuvo este panteón fue Juan Manuel Benfield, un ostentoso empresario del siglo XIX que se embarcó en esta lucrativa aventura (costaba $300 pesos cada entierro) de los decesos. Esto sucedió gracias a que el Estado le había quitado el monopolio de la muerte a la iglesia y lo había dejado en manos de la propiedad privada.
Respecto al nombre “Dolores” hay varias teorías acerca de su origen. La más aceptada es la que asegura que se llama así porque se construyó sobre la “tabla de Dolores”, un espacio que antes era usado para cortar carne de res. Asimismo, hay quienes sugieren que el topónimo nació porque la primera tumba que hubo ahí fue la de una señora llamada Dolores Gayosso, madre de Eusebio, el fundador de la famosa funeraria.

Sin embargo, de acuerdo los dichos de algunos cronistas, el primer habitante silencioso de Dolores fue un tal Juan Domingo Gayosso. Un soldado republicano que peleó contra la intervención francesa y aparentemente falleció heroicamente defendiendo a la patria en la batalla del 5 de mayo.
A pesar de haber acompañado la historia de la capital desde hace décadas, el Panteón de Dolores está en el abandono. Al caminar por sus avenidas (algo absurdas) uno descubará cientos de lápidas desoladas y sin flores. Tumbas del siglo XIX, llenas de platas y de piedras que tienen grabados nombres incompletos y epitafios que son tan sólo un chiste local del tiempo que quizá nunca entenderemos.

El Mirador
El Mirador de Dolores, un espacio ubicado en el Panteón de Dolores que ofrece vistas únicas al Bosque de Chapultepec.
Se trata de un andador que conecta la Tercera Sección del Bosque con el cementerio. Esta construcción es relativamente nueva; fue restaurada en 2024, pues por muchos años fungió como un terreno baldío.
Es un camino peatonal con longitud de 1.3 kilómetros. Pero más allá de una caminata, podrás apreciar el paisaje de la Barranca de Dolores en alguna de sus plazas contemplativas o zonas de descanso. Su diseño incluye piedra de cantera y vegetación.

Cabe señalar que este proyecto no es ajeno al panteón, pues incluye 2,160 nichos para urnas.
El mirador de Chapultepec en el Panteón de Dolores es uno de los secretos mejores guardados de nuestra ciudad. Si decides recorrerlo, te recomendamos utilizar calzado cómodo, así como gorra, bloqueador solar y gafas.
Si bien este espacio es abierto al público, usuarios han reportado que el mirador se encuentra cerrado ocasionalmente. Las autoridades no ha reportado ninguna información sobre cierre definitivo, parcial o por mantenimiento.

