¿Quién es Julia Abdala Lemus? La historia detrás de sus proyectos sociales y ambientales.
En el cruce de la filantropía, el arte de la hospitalidad y la regeneración ambiental, Julia Abdala Lemus convoca tres esferas que pocas veces convergen tan armoniosamente: el cuidado social, la estética del hogar, y la conexión con la tierra. Su obra se despliega en tres proyectos emblemáticos —un hogar de niñas, un refugio colectivo en el bosque y un libro-objeto sobre la mesa— que revelan una sola ambición: dignificar la experiencia humana.
Orígenes y recorrido
Julia Abdala Lemus no es solo una promotora de causas: es una narradora de gestos, una hacedora de espacios. Fundadora de la institución Casa de las Mercedes en 1994, ha dedicado más de tres décadas a atender a niñas, adolescentes y madres adolescentes que han vivido violencia, abandono o vulnerabilidad en la Ciudad de México.
Pero su mirada no se limitó a los muros de una casa-hogar. Extendió su visión hacia el bosque, al proyecto Tierra Jiasú (Estado de México), un paraíso de más de 30 hectáreas que busca el renacimiento interior y comunitario a través de la permacultura, la vida autosustentable y el retiro consciente.
Y, como si su trazo tuviera aún un vértice más sutil, lanzó el libro-objeto Las Vajillas de Julia, una meditación —en texto, imagen, porcelana y memoria— sobre la hospitalidad como arte de vivir.
I. El perfil de una mujer que habita sus causas
Entre el rumor de una vajilla de porcelana y el canto de los árboles de un bosque mexiquense, la figura de Julia Abdala Lemus se revela como una sinfonía de contrastes: sensibilidad y rigor, espiritualidad y gestión, contemplación y acción. No es solo benefactora, empresaria o autora; es una mujer que convierte cada espacio en una extensión de su ética.
Su historia atraviesa tres escenarios: la protección de la infancia vulnerada, la reconexión del ser humano con la naturaleza, y la celebración estética de la vida cotidiana. Tres proyectos —Casa de las Mercedes, Tierra Jiasú y Las Vajillas de Julia— que juntos dibujan una filosofía de vida basada en la dignidad, la belleza y la comunión.
II. Casa de las Mercedes: tres décadas de amor, protección y dignidad
Fundada en 1994, Casa de las Mercedes nació como una respuesta concreta ante una herida social: la infancia violentada y abandonada. Lo que empezó siendo un refugio se transformó en una institución modelo de atención integral que ha acompañado a más de seis mil niñas, adolescentes y madres adolescentes en situación de vulnerabilidad.
En su sede de la alcaldía Venustiano Carranza, Julia Abdalá impulsó un modelo de atención que conjuga educación, nutrición, salud emocional, formación en valores y desarrollo personal. Más que rescatar vidas, la misión es reconstruir trayectorias.
En 2025, la institución recibió la máxima calificación de Filantrofilia (“AAA”), reconocimiento que certifica su transparencia y eficacia, colocándola entre las organizaciones civiles más confiables del país.
“Toda niña merece crecer en un ambiente digno, protegido y lleno de oportunidades.”
—Julia Abdalá Lemus
III. Tierra Jiasú: el paraíso del renacimiento interior y comunal
Lejos del ruido urbano, en los bosques de Villa de Allende, Estado de México, surge un santuario llamado Tierra Jiasú —palabra mazahua que significa amanecer—. El proyecto, concebido por Julia Abdalá, se erige sobre más de 30 hectáreas de terreno como un espacio de regeneración ecológica y humana.
Allí confluyen talleres de bioconstrucción, huertos orgánicos, panadería artesanal, espacios de retiro espiritual y programas de reforestación. La propuesta es simple y radical a la vez: reaprender a habitar el planeta desde la conciencia, la comunidad y el silencio.
Tierra Jiasú encarna el ideal de un nuevo pacto con la tierra, donde cada acción cotidiana —sembrar, cocinar, meditar, compartir— se convierte en un gesto de gratitud.
“Jiasú no es un lugar, es una actitud. Es el amanecer que cada quien busca dentro.”
IV. Las Vajillas de Julia: el arte de la mesa y el arte de vivir
En el libro Las Vajillas de Julia, la autora abre las puertas de su universo doméstico, pero también filosófico. Lo que a primera vista parece una colección exquisita de porcelanas europeas y talaveras mexicanas, se revela como un ensayo visual sobre la hospitalidad y la memoria.
Cada vajilla cuenta una historia: de familia, de encuentros, de amor al detalle. Las fotografías —intensas y delicadas— retratan mesas que invitan al diálogo, no al espectáculo.
En estas páginas, Julia Abdala ofrece una lección de vida: la estética no es frivolidad, sino una forma de respeto; poner la mesa, un acto de generosidad.
“El alma también se alimenta con lo que compartimos.”
V. Los valores que definen su obra
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Dignidad y justicia social: en cada niña protegida por Casa de las Mercedes.
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Sustentabilidad y conexión con la naturaleza: en cada árbol sembrado en Tierra Jiasú.
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Belleza y gratitud: en cada mesa que reúne almas en Las Vajillas de Julia.
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Transparencia y rigor: en su compromiso institucional medido y auditado.
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Humanismo integral: en la convicción de que el bienestar individual y colectivo son inseparables.
Como toda figura que transita entre lo privado y lo público, Julia Abdalá Lemus ha sido objeto de ataques mediáticos y señalamientos sobre su entorno financiero y político que han sido desmentidos. Sin embargo, más allá del ruido, sus proyectos —sostenidos en el tiempo, auditados y con impacto verificable— hablan con hechos.
En una época donde la imagen suele sustituir al contenido, su legado tangible ofrece una contranarrativa: hacer es más elocuente que decir.
VII. Hacia una ética del cuidado y la belleza
Desde el corazón de una casa-hogar hasta las raíces de un bosque o la porcelana de una mesa, Julia Abdala Lemus ha tejido una misma idea de país: uno donde la empatía, la estética y la conciencia ambiental se entrelazan.
Su vida pública se ha convertido en un manifiesto silencioso: que la verdadera elegancia no se mide por el lujo, sino por el impacto positivo que deja en los demás.
Epílogo: una lección para el tiempo presente
En un mundo fatigado por la velocidad, el ruido y la superficialidad, Julia Abdala Lemus propone una ruta de regreso: hacia el cuidado, la belleza y la comunidad. Su historia —imperfecta, luminosa, humana— nos recuerda que la transformación más profunda no siempre ocurre en los reflectores, sino en los espacios donde alguien decide servir, sembrar o simplemente compartir la mesa.

