En la luminosa intersección del cine de oro mexicano y el surrealismo británico-mexicano se esconde una historia fascinante: la de un cuadro encargado por la diva María Félix a la artista Leonora Carrington que, tras casi dos décadas fuera de circulación, ha vuelto a surgir. Esta es la crónica de cómo se gestó, desapareció y reapareció el tríptico titulado Sueño de Sirenas (1963) —un rito visual de transformación femenina, mitología personal y poderío simbólico—, que vuelve a capturar miradas en 2025.
El encargo íntimo: cuando la «Doña» sueña sirenas
María Félix no era únicamente una figura del star-system de México; era una coleccionista de arte —y también una musa— con convicción para encargar obras que reflejasen su mundo interior. Según los textos recientes, la actriz reveló a Carrington un sueño: primero se vio como «una sirena de madreperla», luego «una sirena de fuego», y finalmente «una sirena negra de carbón».
Es este sueño el que articula la iconografía del cuadro: tres sirenas, fragmentación del yo, metamorfosis acuática-etérea.
La dimensión de este encargo va más allá de un retrato: se trata de una alianza entre dos mujeres que —en mundos distintos— compartían el deseo de reescribir su imagen desde la potencia simbólica.

La artista y su universo
Leonora Carrington, nacida en Inglaterra y adoptada por el México surrealista, había construido un lenguaje propio poblado de bestiarios, cuerpos híbridos, pasajes oníricos y signos alquímicos.
La adopción del tríptico —una forma tradicionalmente religiosa— para interpretar el sueño de Félix (y quizá el de Carrington) confirma su audacia: el arte como portal, lo femenino como mitología viva.
El marco parecería colaborar con este hechizo: encargado al escultor José Horna, el borde de la obra tiene manos que se extienden hacia el espectador, sugiriendo que la mirada no es pasiva sino convocada.
“Sueño de Sirenas”: simbolismo y estética
El tríptico —medidas registradas alrededor de 142,5 × 148,2 cm según Vogue— representa, en su modo abierto, tres figuras: la sirena madreperla, la de fuego, la de carbón.
La sirena de nácar sugiere la pureza, el origen; la sirena de fuego, el poder destructivo-creativo; la sirena negra de carbón, la profundidad, la transformación. Bajo este prisma, el lienzo se revela como una narrativa de múltiples yoes, de fases, de muerte y resurrección. Además: el uso del tríptico (forma de altar) transforma la obra en ritual, la actriz deja de ser retratada para convertirse en divinidad múltiple.

Desaparición y reaparición: historia de una obra dormida
La obra fue presentada públicamente por última vez en 2007, en una subasta de Christie’s en Nueva York, donde fue adquirida por un coleccionista suizo. Han transcurrido entonces alrededor de 18 años sin aparición pública hasta que, en 2025, la galería Di Donna Galleries la exhibió en el marco de la feria Art Basel 2025. Este silencio prolongado aporta un aura casi mitológica: la pintura como un secreto que aguardaba su retorno, como si el tiempo acrecentara su carga simbólica.
Contexto mexicano, poder femenino y legado
Que la figura retratada sea María Félix añade otra capa de lectura. En la cultura mexicana —y latinoamericana— la actriz encarnó una imagen de mujer independiente, fuerte, glamorosa. Al comisionar a una artista como Carrington (y en su círculo de pintoras surrealistas: Remedios Varo, Leonor Fini, etc.), Félix dejó que su figura fuera interpretada desde la sensibilidad y no únicamente desde el mito cinematográfico.
Así, “Sueño de Sirenas” se entiende también como colaboración, como co-creación de dos mujeres que ejercen agencia artística y simbólica. El arte, en este caso, no celebra únicamente al retratado, sino al acto de encomendación y al proceso imaginativo detrás.
¿Por qué resuena hoy?
La reaparición de esta obra en 2025 coincide con un renovado interés por el surrealismo latinoamericano, las artistas mujeres y la revisión de las historias del arte que han permanecido bajo el radar. Ver “Sueño de Sirenas” hoy es atestiguar la potencia inmemorial de lo femenino, del sueño, del rito pictórico.
Además, en una era dominada por lo digital y lo efímero, la solidez de un lienzo (y un tríptico) que dicta su propio tiempo resulta casi subversiva. Tal como lo apunta Vogue: “ver esta obra en 2025 … es como asomarse a un espejo enterrado”.
“Sueño de Sirenas” no es simplemente un encargo pictórico más: es un testimonio de la confluencia entre un símbolo del cine mexicano, una artista visionaria, y una narración que trasciende la biografía para adentrarse en el mito. Durante los casi veinte años que permaneció fuera del ojo público, la obra se transformó en leyenda. Hoy, su re-emergencia no solo devuelve un lienzo al mundo, sino que reaviva una conversación sobre cómo se dicen los sueños, cómo se pinta lo femenino y cómo se construye la memoria del arte.
Y en ese retorno, la sirena madreperla, la sirena de fuego y la sirena de carbón se agitan nuevamente en el azul profundo del mar creativo, invitándonos a sumergirnos.

