La Ciudad de México ya entró de lleno a la temporada más luminosa del año. Con la llegada de diciembre, el Gobierno capitalino dio oficialmente el banderazo a la venta de árboles de Navidad, una tradición que, más allá del adorno, se ha convertido en un momento esperado por miles de familias que encuentran en este ritual la primera chispa del espíritu navideño.
Un inicio que se vive como celebración
Desde temprano comenzaron a instalarse los primeros puestos autorizados en distintas alcaldías. Cada año, estos espacios se transforman en pequeños mercados efímeros donde el aroma a pino, las luces decorativas y el acomodo de ramas se mezclan con conversaciones animadas y niños que buscan “el árbol perfecto”.
Para muchos, elegir el árbol es una experiencia que no se repite en ninguna otra estación del año: se toca, se huele, se compara la forma, se mide la altura y se consulta en familia antes de tomar la decisión final. Es un acto sencillo, pero profundamente emotivo, que marca el inicio de las festividades en incontables hogares.
Una tradición que impulsa economías locales
La temporada de árboles naturales también representa un impulso importante para productores y comerciantes. Detrás de cada puesto hay historias de trabajo que comienzan meses antes en bosques y ranchos donde estos árboles se cultivan de manera ordenada y responsable.
Para muchos de ellos, diciembre es la culminación de un esfuerzo que involucra cuidados constantes, manejo sustentable y un conocimiento transmitido de generación en generación. La venta en la ciudad no sólo llena espacios de color, sino que también apoya a comunidades productoras de estados como Puebla, Veracruz, Guanajuato y el Estado de México, entre otros.
La CDMX, lista para llenarse de luz
Aunque cada familia vive la Navidad a su manera, el árbol ocupa un lugar especial en la escena urbana. Desde departamentos pequeños hasta casas amplias, es la pieza que da forma al ambiente festivo: el rincón donde se acomodan los regalos, el lugar que ilumina las noches y el centro simbólico alrededor del cual se compartirá algún recuerdo, una conversación o una taza de chocolate caliente.
El arranque oficial de la temporada invita también a recorrer la ciudad. Muchas colonias comienzan a vestirse con luces, las plazas públicas inauguran decoraciones y los mercados locales se llenan de esferas, coronas, listones y todo tipo de artesanías navideñas hechas por manos mexicanas. La Navidad, en esta ciudad, siempre encuentra la manera de colarse por cada esquina.
En un acto realizado en el Rancho Las Palomas, en San Miguel Ajusco, alcaldía Tlalpan, la secretaria de Medio Ambiente de CDMX, Julia Álvarez Icaza, realizó el corte simbólico del primer árbol de Navidad.
La funcionaria afirmó que el gobierno capitalino mantiene una política de protección estricta del suelo de conservación, un espacio que aporta el 70 por ciento del agua que consume la ciudad gracias a la recarga de acuíferos.
“El compromiso del Gobierno de la Ciudad de México con el suelo de conservación es total, es absoluto, no está en debate, no está en duda, no está en la cuerda floja, es absoluto”, dijo Álvarez Icaza.
Desde el Rancho Las Palomas, Vivero Forestal en la alcaldía Tlalpan, la titular de la Sedema afirmó que, gracias al trabajo coordinado entre autoridades locales y federales, se ha logrado combatir la tala ilegal en las zonas de conservación.

Icaza Ramírez reafirmó el compromiso que tiene el gobierno de la ciudad en apoyar a las y los productores, así como en incentivar la economía local con el fin de beneficiar tanto a los habitantes de las zonas de conservación como al medio ambiente.

