En el corazón de la Sierra Tarahumara, donde los barrancos se abren como cicatrices antiguas y la tierra guarda la memoria de quienes la han habitado por siglos, se concretó recientemente un acto largamente esperado: la entrega de más de 3 mil hectáreas de territorio al Pueblo Ódami, en el municipio de Guadalupe y Calvo, Chihuahua. No se trató únicamente de un trámite administrativo, sino de un gesto de justicia que reconoce una deuda histórica con los pueblos originarios del norte del país.
La restitución de estas tierras forma parte de un proceso más amplio de reconocimiento territorial impulsado desde el Estado mexicano, cuyo objetivo es devolver legalmente espacios que, aunque siempre fueron habitados y cuidados por comunidades indígenas, nunca habían sido plenamente reconocidos como suyos. En este caso, las hectáreas entregadas pasan a ser propiedad comunal del Pueblo Ódami, garantizando certeza jurídica y autonomía sobre su uso y preservación.
Como parte del Plan de Justicia de los Pueblos de la Sierra Tarahumara en Chihuahua, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó la entrega de más de 3 mil hectáreas para el pueblo Ódami, siendo uno de sus compromisos de campaña la justicia territorial.
“Estamos una vez más aquí en la Sierra, ahora con el pueblo Ódami, para entregar tierra. Se trata de entregarles lo que siempre fue de ustedes, pero que no había sido reconocido: 3 mil hectáreas que se están entregando el día de hoy para que ustedes puedan reconocerse y hacer justicia en el territorio”, informó.

El contexto es profundo. Durante décadas, distintas comunidades de la Sierra Tarahumara enfrentaron despojos silenciosos, vacíos legales y una larga cadena de rezagos que afectaron no solo la posesión de la tierra, sino también el acceso a servicios básicos, infraestructura y oportunidades de desarrollo. La restitución territorial aparece así como un primer paso indispensable para revertir estas desigualdades desde su raíz.
Para el Pueblo Ódami —también conocido como tepehuanes del norte— la tierra no es solo un espacio productivo: es el eje de su cosmovisión, de sus rituales, de su lengua y de su forma de entender el mundo. Recuperarla significa fortalecer la identidad comunitaria y abrir la puerta a proyectos propios que respeten el equilibrio con la naturaleza y las tradiciones heredadas.

Este acto también se acompaña de una visión integral que busca mejorar las condiciones de vida en la región, mediante programas de bienestar, apoyo al campo, caminos, salud y educación. La idea es clara: la justicia territorial no puede existir sin bienestar social, ni el desarrollo puede desligarse de la cultura y la historia de quienes habitan el territorio.
En tiempos donde la relación con la tierra suele reducirse a cifras o intereses económicos, la restitución de más de 3 mil hectáreas en la Sierra Tarahumara recuerda algo esencial: que el territorio también es memoria, dignidad y futuro. Para el Pueblo Ódami, este regreso de la tierra no cierra una historia, pero sí abre una nueva etapa donde la palabra justicia empieza, por fin, a tener un significado tangible.

