Musgo y heno: el impacto ambiental de la decoración del Nacimiento

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Es momento de dejar atrás el consumo de heno y el musgo y comenzar a hacer nuestro nacimiento sostenible. 

 

El nacimiento es una de las tradiciones decembrinas que solemos hacer en miles de hogares de todo el país. Una de las cosas que nos dejaron de herencia, incluso, son las figuras del nacimiento, pero seguir esta tradición tiene un impacto ambiental que debemos comenzar a dejar atrás. 

Porque no se trata de dejar de colocar el nacimiento, solo pensar en la construcción de un nacimiento que no tenga como decoración el musgo y el heno, ya que tiene un impacto negativo en el medio ambiente.

La Universidad Nacional Autónoma de México lanzó una advertencia clara: retirar musgo de su entorno natural provoca daños ecológicos que no se corrigen rápido. Un parche de musgo puede tardar hasta siete años en recuperarse, siempre que no vuelva a ser arrancado. El problema es que cada temporada decembrina la extracción se repite y la regeneración nunca alcanza.

 

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Es posible que no sepas que la explotación de estas plantas está regulada y no siempre se comercializa de manera legal. Y a pesar de que el heno y el musgo parecen plantas de poca relevancia, lo cierto que es son muy importantes para el ecosistema y debemos de ser considerados en su obtención.

El heno y el musgo es un recurso natural esencial para su ecosistema, al grado de que la comercialización del musgo y del heno está regulada por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). La explotación de manera irresponsable de estas plantas está penada con considerables multas.

El musgo es esencial para la captación de agua, ya que mantiene al suelo húmedo, evita la erosión del suelo y ayuda a la germinación de las semillas de otras plantas. El musgo por sí mismo es un microecosistema que alberga otras especies de plantas e insectos.

El heno no es una planta parasitaria, no depende ni daña a los árboles sobre los cuales crece. Algunas veces bloquea la luz solar para la vegetación inferior, pero eso también es importante y forma parte del microecosistema y captura de agua, aunque en menor cantidad.

La Profepa y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) son los organismos responsables de monitorear los predios autorizados para la venta de musgo y heno, procurando que los consumidores obtengan mercancía sustentable. La comercialización del musgo, como el heno es ilegal en México, así lo marca la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección del Medio Ambiente. Está prohibida la extracción de cualquier especie o material de los bosques que no cuenten con un permiso y un programa de manejo.

Además, el heno se encuentra en la enlista de las especies en riesgo. La presidenta de Causa Ambiental A.C., Alma Candelas Pérez declaró que “está prohibido por ejemplo comprarle el musgo y ponerlo en los nacimientos, el heno también, se imponen penas de uno a nueve años de prisión y de 300 a tres mil días de multa al que introduzca al territorio nacional o trafique con recursos forestales, flora o fauna silvestre”.

De nueva cuenta, no se trata de dejar atrás las tradiciones, solo comenzar a sustituir los productos de consumo que se usan con el fin de preservarlas, de hacer nuestro nacimiento más sostenible y disfrutar de la navidad en familia. 

Un soporte para el suelo y el agua

En el suelo, el musgo funciona como una especie de colchón natural. Retiene agua, la libera poco a poco y evita que la tierra se erosione con la lluvia o el viento. En zonas montañosas, esa función es crucial. Sin musgo, el suelo se empobrece, pierde estabilidad y se vuelve más vulnerable.

También es un punto de partida para otras plantas. Muchas semillas germinan sobre musgo porque ahí encuentran humedad, protección y nutrientes. Cuando este desaparece, el proceso se rompe. Lo mismo ocurre con pequeños insectos, microorganismos y animales que dependen de él como refugio y alimento.

Un crecimiento lento y un daño acumulado

Uno de los mayores problemas es su lento crecimiento. Algunas especies avanzan apenas uno o dos centímetros al año. Por eso, cuando se extraen grandes cantidades en poco tiempo, el daño se acumula. La UNAM advierte que la extracción decembrina supera por mucho la capacidad natural del musgo para regenerarse.
En México, el saqueo de musgo se ha vuelto una práctica extendida. Aunque no existen cifras oficiales a nivel nacional, estudios regionales han documentado la extracción de decenas de toneladas en una sola temporada. Las consecuencias se sienten en el suelo, en el agua y en la biodiversidad local.

Indicadores ambientales que también desaparecen

A esto se suma otro aspecto poco conocido: muchos musgos funcionan como indicadores ambientales. Algunas especies son sensibles a la contaminación del aire, otras pueden acumular metales pesados. Su presencia dice mucho sobre la calidad del entorno. Cuando desaparecen, también se pierde esa señal.

El país alberga una gran diversidad de musgos, con más de mil especies registradas y varias de ellas endémicas. Muchas crecen solo en condiciones muy específicas, lo que las hace especialmente vulnerables a la extracción continua.

Replantear la tradición

Ante este panorama, la UNAM no plantea romper con las tradiciones, sino replantearlas. Recomienda evitar el uso de musgo natural y optar por alternativas artificiales, recicladas o materiales que no impliquen dañar ecosistemas.

El mensaje es simple: el musgo cumple una función mucho más importante en el bosque que en una mesa. Dejarlo donde crece no es un gesto exagerado, es una forma concreta de cuidar procesos naturales que tardan años en recuperarse y que sostienen la vida de maneras que no siempre vemos.