Los gigantes Ganoko, la leyenda de los colosos en la cosmogonía de los rarámuri 

Foto destacada: Cuartoscuro / INAH Cueva de las monas 

La leyenda de los Ganoko ha sido interpretada por diversos expertos, pero coinciden muy poco.

 

Se cree que el pueblo rarámuri se estableció en la Sierra Madre Occidental desde hace 15 mil años, pero fue en 1606 que los misioneros jesuitas tuvieron el primer contacto con los indígenas de la sierra Tarahumara. Así que es bastante probable que los jesuitas fueran, también, los primeros en saber algo de los gigantes ganoko, que vivieron hace miles de años y convivieron con los tarahumaras

La historia de los ganoko es una de forma parte de las leyendas que rodean la cosmogonía rarámuri; según las historias de los abuelos tarahumaras, en el principio de los tiempos, el sol (Rayénari) y la luna (Metzaka) eran dos niños que vivían en medio del bosque en una casita hecha de ramas sin luz ni compañía, que le pidieron a Onorúame creara a los rarámuris, el dios principal de los rarámuri.

Onorúame tomó varias mazorcas y las desgranó sobre la tierra para hacer la figura de un hombre, pero al ver que no se movía, le sopló tres veces para darle vida desde su propio aliento; luego creó a la mujer y sabiendo que necesitaba fuerza para parir, dio cuatro soplos y así nació la raza del maíz.

Cueva de las monas

Pero mucho antes de que llegaran al mundo los tarahumaras, Onorúame había creado a los Ganoko, gigantes que habitaban en lo profundo de la Sierra Tarahumara; se dice que había algunos tan grandes que incluso fueron tan altos como montañas. Inicialmente, los Ganoko colaboraban con sus hermanos rarámuri en el cultivo, preparando la tierra de manera conjunta.

Como muestra de agradecimiento, los rarámuris les ofrecían alimentos y tesguino, una bebida tradicional utilizada en ceremonias y festividades desde tiempos inmemorables. Pero debido a la fermentación de esta bebida, los gigantes se embriagaban, ocasionando disturbios en el pueblo e incluso llegando al extremo de consumir a los niños.

Ante esta situación insostenible, los rarámuris tomaron la decisión de envenenar a los Ganoko con un platillo especial elaborado a base de chilicotes, un fruto que crece en la sierra. Es por eso, que hartos de la situación, los tarahumaras se unieron y formularon un plan que terminó con los gigantes que aterraron a los ancestros de los indígenas en la sierra de Chihuahua.

Cueva de las monas

Según esta perspectiva cosmogónica de los pueblos rarámuris, una evidencia que respalda esta creencia se halla en los petrograbados inmortalizados en la Cueva de las Monas. En esta cueva puedes encontrar 12 conjuntos de pinturas rupestres que muestran desde el uso del peyote en la época prehispánica, íconos religiosos y la leyenda de los ganoko, los gigantes que se comían a los niños rarámuri y que fueron envenenados hasta su exterminio.

A lo largo de la historia, antropólogos han interpretado la leyenda de los Ganoko como un intento por parte de los rarámuris de explicar la presencia de huesos de dinosaurios descubiertos en la región. Además, esta historia cumplía la función de concientizar a los niños sobre la importancia de respetar tanto la naturaleza como a su propio pueblo.

La Cueva de las Monas está ubicada en el municipio de Guerrero, justo al norte de Chihuahua Capital. Hoy en día es un destino que cuenta con mucha afluencia de personas amantes del senderismo, la exploración y la historia.