Los Guardianes de Chichen Itzá, los perros que protegen la zona arqueológica maya

Cuando la noche cae en Chichén Itzá, se activan los guardianes de cuatro patas: lomitos que, como la historia, nunca duermen, fieles a su encomienda junto al custodio José Keb.

Osita, Cachimba, Pinto y Rayas son los compañeros perrunos leales de José, quienes se encargan de cuidar la antigua ciudad maya.

Chichén Itzá duerme con fieles guardianes

Cuando la ciudad duerme, este peculiar grupo inicia su trabajo exhaustivo, donde se une el misticismo con la naturaleza de Chichén Itzá.

“Por eso hasta hoy no me dejan. Ya andan conmigo durante la guardia nocturna, me acompañan revisando los templos, vienen conmigo a la revisión y me llama la atención todo lo que hacen. Son curiosos, ellos, con la puesta del sol. He tomado algunas fotos porque me da curiosidad cómo actúan, parece que entienden más la naturaleza que los mismos humanos. Si ya se nos olvidó qué es la naturaleza, ellos nos lo recuerdan”.

José Keb, custodio nocturno de la zona arqueológica de Chichén Itzá.

 

Aunque no están entrenados ni usan uniforme, conocen cada rincón de la ciudad como si fueran parte de ella desde siempre.

 

Se ha vuelto parte de su hogar. Ahí los tratan, cuidan y protegen desde el primer minuto que llegaron a la zona.

 

“Todo animalito que llega por acá lo tenemos bien canalizado, le ponemos un nombre y lo primero que se hace es otorgarle atención veterinaria, para que puedan diagnosticar si está bien de salud. Se han detectado muchos animales con sarna, a los cuales, cuando los vemos, se les da medicamento, atención y vacunas…”.

María Guadalupe Espinosa, directora de la zona arqueológica de Chichén Itzá.

Para todos hay lugar. Incluso a las madres que llegan cargadas se les brinda atención y, tras el destete, son esterilizadas.

Después de cierto tiempo, los cachorros son dados en adopción responsable.

Guardianes del legado histórico


FOTO: Especial

Cada noche, junto a José, los perros cuidan algo más que ruinas: cuidan un legado, cuidan de José y respetan cada huella histórica con una unión única.

“Hasta hoy me siguen, y hay un estrecho lazo con ellos que es una amistad. Les doy amor, me dan amor. Para mí son unos ángeles que me han cuidado también en el trabajo. Muchos no creen en las malas energías, pero sí existen. Hay energía mala y buena, y hay algunos perritos, como Cachimba, que yo he visto que absorbe o aleja las malas energías. Siento que me cuidan de eso”.

José Keb, custodio nocturno de la zona arqueológica de Chichén Itzá.

El grupo es muy cuidadoso en su labor y respeta el patrimonio histórico.

“Son animales de casa, son nuestras mascotas. Cuando el custodio José Keb sube a las estructuras a revisar que todo esté bien, parte de sus monitores también lo acompañan. No se ha detectado que causen ningún daño al patrimonio arqueológico”.

María Guadalupe Espinosa, directora de la zona arqueológica de Chichén Itzá.

Viven libres, protegidos y queridos por todo el equipo de la zona, así como por la comunidad y los visitantes.

Los guardianes de Chichén Itzá, lo único que se han robado son los corazones de quienes los conocen.