En un momento en que el mundo se prepara para la COP30 en Brasil, una investigación conjunta de DeSmog y L’Observatoire des Multinationales destapa un capítulo oscuro de la historia climática global: la petrolera ExxonMobil canalizó fondos millonarios a la red Atlas Network en los años 90 y 2000 para exportar el negacionismo del cambio climático al Sur Global.
No se trata solo de un complot corporativo olvidado; los documentos revelan conexiones directas con think tanks en Argentina que allanaron el camino ideológico para figuras como el presidente Javier Milei, conocido por su escepticismo ambiental y su afinidad con políticas ultraliberales.
La alianza entre Exxon y Atlas, según publica The Guardian,una organización estadounidense que agrupa a más de 500 think tanks de libre mercado, fue diseñada para sabotear los tratados climáticos de la ONU, como el Protocolo de Kioto. Según los archivos obtenidos –que incluyen copias de cheques, memorandos estratégicos y reportes internos–, Exxon transfirió sumas que oscilaban entre 15.000 y 50.000 dólares por cheque, equivalentes a más de 100.000 dólares ajustados por inflación hoy.
Estos fondos no eran donaciones anónimas: un cheque de 50.000 dólares emitido en marzo de 1998 financió seminarios en Argentina justo antes de la COP4 en Buenos Aires, mientras que otro de 15.000 dólares en octubre de ese año respaldó eventos en cinco ciudades argentinas para «introducir oradores estadounidenses a ministros y editores».
El objetivo era claro y cínico: reducir el apoyo de países en desarrollo a los acuerdos climáticos internacionales, sembrando dudas sobre la ciencia del calentamiento global y exagerando los «efectos adversos» de las regulaciones ambientales en economías emergentes. «Exxon parecía pensar que si podía hacer escépticas a las naciones en desarrollo –y a todas las naciones– sobre si el cambio climático era una crisis, nunca habría un tratado climático global», afirma Kert Davies, director de investigaciones especiales en el Center for Climate Integrity.
Davies, quien analizó los documentos, describe esta historia como “bastante fea”, destacando cómo Exxon operaba en las sombras para proteger sus ganancias, con ejecutivos como William Hale ofreciendo fondos “detrás de escena” para nutrir think tanks fuera de EE.UU.
Traducciones para niños, viajes de negadores y eventos estratégicos
Los reportes de Atlas a Exxon detallan con precisión el destino de los fondos: traducciones al español y chino de libros negacionistas, como El Caso Científico Contra el Tratado Global del Clima de Fred Singer, adaptados incluso para audiencias infantiles para inculcar escepticismo desde temprana edad.
Se financiaron vuelos para conferencistas estadounidenses como Patrick Michaels, quien en seminarios argentinos tildó el cambio climático de “histeria”, y eventos públicos que generaron docenas de apariciones en medios: ocho spots en TV y radio, más de 12 artículos y 19 entrevistas en 1998 solo en Argentina.
Estos esfuerzos no se limitaron a la retórica. Atlas coordinó con socios locales para influir en políticos y medios, produciendo informes que advertían de “daños económicos catastróficos” por políticas verdes. En Asia, las traducciones llegaron a China e India; en Latinoamérica, el foco fue desacreditar la COP como un “juego de suma cero” que perjudicaba a los pobres. “La atmósfera tiene una memoria histórica enorme en cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Lo que pasó hace 30 años importa mucho”, advierte Carlos Milani, profesor de relaciones internacionales en la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Milani enfatiza que estos retrasos intencionales permitieron que más del 50% de las emisiones históricas se acumularan desde los 90, empujando al planeta hacia puntos de no retorno como el colapso de la Amazonia.
Legado de desinformación: décadas de retraso en la lucha climática
Los investigadores concluyen que “décadas de retraso en la lucha contra el cambio climático se deben en gran parte a los esfuerzos de desinformación de la industria, negociados discretamente entre compañías petroleras y grupos de expertos a finales de los 90 y principios de los 2000”. Con Brasil al frente de la COP30 en 2025, estas revelaciones reavivan el debate sobre la accountability histórica: ¿quién pagará por las emisiones pasadas que hoy amenazan al Sur Global?
Atlas Network respondió a DeSmog afirmando que Exxon “no fue un donante significativo” en décadas recientes y que sus actividades se centran en “políticas de libre mercado”. Exxon, por su parte, no ha comentado públicamente. Mientras tanto, en Argentina, el gobierno de Milei avanza con recortes ambientales que evocan esos viejos cheques: un eco tóxico que resuena en la crisis climática actual.

