La Noche Triste: el día en que el gran conquistador derramó sus lágrimas

Cortés lloró debajo de un gran árbol ahuehuete, sus lágrimas cayeron cuando recibió la noticia de haber sido vencido tan brutalmente. Habían muerto capitanes y soldados sufriendo una terrible e inesperada derrota frente al imperio Azteca.

La figura de Hernán Cortés es la del inquebrantable conquistador español, un guerrero ambicioso el cual no dudada ante los percances en el camino. Por eso es que la Noche Triste es el episodio que ha pasado a la historia, aquel día en el cual el enfrentamiento había sido tan devastador entre Tlaxcaltecas, Aztecas y Españoles, donde la derrota culmina hasta deshacer la entereza del conquistador.

Fue en la noche del 30 de junio y la mañana del día siguiente del año 1520, cuando los españoles junto con Hernán Cortés huyeron de la capital del imperio azteca: Tenochtitlán. Varios soldados, algunos capitanes, habían terminado por sucumbir ante la fuerza de los mexicas. Se calcula que fueron alrededor de 600 los españoles que murieron durante la batalla. En esta ocasión españoles y tlaxcaltecas se habían unido para derrotar al que consideraban el enemigo.

En dicha afrenta se podría decir que los mexicas o aztecas realizaban una labor de venganza, ya que se develaban traicionados después de algunas matanzas que habían sufrido, la negación de sus creencias, la toma de sus posesiones y el secuestro de su líder.

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Todo el odio que los mexicas guardaban se había acumulado desde 1519, a la llegada de los españoles, dirigidos por Pedro de Alvarado, quienes atacaron de improvisto la ciudad de Tenochtitlán durante una fiesta organizada para los aztecas. Fue un embestida sanguinaria por parte de los conquistadores en la cual sus modos de matar llegaron incluso hasta cercenar miembros y cortar cabezas.

Con este ataque dieron baja a unos cuatrocientos o quinientos habitantes de la ciudad, sin distinguir ni a mujeres ni a niños. Esta matanza fue realizada en un espacio de fervor religioso, el Templo Mayor, y fue, de alguna forma, uno de los antecedentes que encendieron la furia que se consagró como una batalla sangrienta por parte del imperio azteca.

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A esto se le puede agregar la muerte del emperador Moctezuma quien desde su secuestro se encontraba abatido y sin fuerzas para dar una lucha más.

Cuando españoles y tlaxcaltecas se dieron cuenta que la guerra estaba perdida y que debían huir, Cortés dio la orden a todos para que antes se cargaran de oro. Muchos soldados lo hicieron mientras otros simplemente intentaron resguardar sus vidas. Se calcula que fueron alrededor de mil o dos mil soldados españoles y unos 10 mil tlaxcaltecas.

El plan para salir del lugar era construir un puente para marchar hacia Tacuba y entonces encontrarse todos hasta Tlaxcala, pero para entonces el lago de Texcoco estaba lleno de canoas con guerreros aztecas listos para atacar.

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Algunos soldados, como Cortés, llegaron hasta la orilla huyendo, pero todavía ahí tuvieron que esquivar cuchillos, lanzas y flechas. A la laguna fueron a dar muchos de los españoles y tlaxcaltecas, además de caballos y yeguas, y el tesoro de Axayácatl que habían intentado robar en la huida.

Cuando Cortés se enteró de la magnitud de la derrota no pudo más que caminar desconsolado hasta resguardarse debajo de un ahuehuete y llorar por lo que había pasado.

 

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