Uno de los pocos poetas mexicanos que recibe de buen grado el calificativo de “universal” es Octavio Paz. De nuestra rica tradición poética, pocos como Paz han tenido esta vocación casi humanista de encontrar en la poesía un punto de comunión, un lugar de encuentro entre el yo y el otro, el individuo y la sociedad, entre el local y el extranjero, solo para descubrir que al final, en esencia, somos parecidos, somos capaces de comunicarnos y entrar en contacto, de compartir y celebrar. De ahí la condición “universalista” de Paz.
Esta apreciación, sin embargo, quizá contraste con la fuerte presencia en su obra de temas, motivos e inquietudes que podríamos considerar “nacionales”. Paz, en otro sentido, también es el gran poeta nacional, aunque no en el sentido que se dio a este título en algunos gobiernos decimonónicos y de comienzos del siglo XX. Es nacional porque Paz siempre encontró en su raíz mexicana una fuente inagotable y estimulante de preguntas que intentó responder por la vía de la literatura.
Como muestra de ello, y reduciendo un poco más el lente de acercamiento, en esta ocasión compartimos algunos fragmentos de poemas en que la ciudad de México es una presencia fundamental de la construcción lírica, una circunstancia pero también una condición, un elemento que por su relevancia trasciende el registro de lo azaroso e incluso lo fatal para acceder al valor de lo necesario, de aquello imprescindible que hace posible la creación de algo, en este caso, un poema.
El sol se levanta de su lecho de huesos
El aire no es aire
ahoga sin brazos ni manos
El alba desgarra la cortina
Ciudad
montón de palabras rotas
De “Vuelta”
El muchacho que camina por este poema,
entre San Ildefonso y el Zócalo,
es el hombre que lo escribe:
esta página
también es una caminata nocturna.
De “Nocturno de San Ildefonso”
Golpean martillos allá arriba
voces pulverizadas
Desde la punta de la tarde bajan
verticalmente los albañiles
De “Por la calle de Galeana”
BONUS
Mis pasos en esta calle
Resuenan
en otra calle
donde
oigo mis pasos
pasar en esta calle
donde
Sólo es real la niebla.
“Aquí”
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