La existencia de la Capella Maggiore, también conocida como la Capilla Sixtina, se remonta al 1368. Aunque no fue sino hasta el 1477 que el Papa Sixto IV descubrió en sus ruinas, su apabullante futuro que trascendería los límites del tiempo. Así que no sólo decidió demolerlo para brindarle una mayor fortaleza, también decorarlo con frescos de los artistas más famosos del Alto Renacimiento como Sandro Botticelli, Domenico Ghirlandaio, Pietro Perugino y Michelangelo.
La Capilla Sixtina ha sido la protagonista de historiadores, artistas y viajeros. Inclusive, ha sido el centro de atención de filmes y libros. Y hasta de réplicas, como la del artista mexicano Miguel Macías.
Él, de 71 años de edad, es un artista gráfico en retiro y en constante búsqueda de la belleza. Principalmente que lo llevase a esa sensación de perfección fueron los hermosos frescos de la Capilla Sixtina. A sus ojos, la perfección de los frescos elaborados por Michelangelo parecían no haber recorrido cinco siglos de existencia…
Macías notó que las dimensiones y curvatura de la Capella Maggiore eran similares –si no que comparables– a los de la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Así que decidió trascender las emociones vividas en 1999 durante su viaje a Roma, y traducirlas en una idéntica reproducción de la Capilla Sixtina en la parroquia mexicana.
Desde entonces, y con 15 años de camino, Macías ha reproducido 14 lienzos con las bendiciones de los sacerdotes de la iglesia y la motivación del cardenal Norberto Rivera. Si bien sus técnicas pictóricas se adecuan a la comodidad de su cuerpo –primero lo realiza sobre lienzo y después lo pega y barniza sobre el techo–, él hace todo por gusto y trabajo social: “A Michelangel le pagaban con ducados de oro y hasta tenía el apoyo del Papa. En cambio yo estoy pagando todo esto de mi propio bolsillo –una jubilación mensual y depende de las donaciones de amigos, parientes y fieles”.
Antes de comenzar a pintar, Macías buscó el consejo de amigos arquitectos para dividir el techo en cuadrículas y encontrar la manera de reproducir los elementos complejos y figuras musculosas de Michelangel. ¿Cómo se puede deformar deliberadamente las figuras para que puedan ser vistas desde abajo? La escena de Adán y Dios acercándose uno al otro, con los dedos a punto de tocarse, le dio la respuesta. Fue lo primero que pinto, pues “[e]la forma más fácil de llamar la atención rápidamente.”
No obstante, Macías se desespera. “Cuando pinto a Miguel Ángel, a veces siento que me penetra. Cuando me desespero, atorado en alguna dificultad, hasta lo grito y lo llamo: ¡Baja y ayúdame, qué haces ahí arriba: ¡Por favor, ven a ayudarme! ¡Qué estás haciendo allá arriba!’”. ¿Cómo poder competir con la agilidad y eterna juventud de un Miguel Ángel que demoró alrededor de cuatro años en completar los cuadros, y él, un jubilado Macías, se ha demorado cuatro veces más? Necesitará, al menos, tres años más para terminar.
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