Lo que los paleontólogos del INAH han descubierto del mamut de Milpa Alta

De cinco metros y diez toneladas, con unos colmillos de tres metros, pelón y ancho, un Mammuthus columbi fue descubierto hace unos años por un grupo de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Este mamut solía habitar en la región de la Cuenca de México hace 10,000 años, entre pastizales y zonas cercanas a los lagos; tales como el poblado de Santa Ana Tlacotenco, en la delegación Milpa Alta. 

 

 

En Santa Ana Tlacotenco, poblado de la delegación Milpa Alta, se encontraron los restos óseos de un mamut que fue sepultado por cenizas volcánicas. Este es uno de los ejemplares que se ha localizado a más altura sobre el nivel del mar, a 2 mil 800 metros, y de los más completos que se han descubierto en la zona del Valle de México.

Con el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) comenzaron los trabajos de excavación. Hasta el momento, se ha localizado a poca profundidad un colmillo, así como la mandíbula, el cráneo, las costillas y huesos de los cuartos traseros y delanteros. Con toda esta información, los investigadores confirmaron que son los restos óseos completos de un mamut, el cual se calcula que medía 4 metros de altura y 4 y medio metros de largo.

 

 

De acuerdo con el doctor Luis Barba Pingarrón, del Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, este sería uno de los primeros ejemplares en México estudiado cuidadosamente con técnicas geofísicas antes de su excavación y al que se le podrán hacer estudios de residuos químicos.

 

 

En diciembre de 2011, pobladores de Santa Ana Tlacotenco, al excavar un terreno de cultivo en donde pensaban construir una barda, encontraron algo que pensaban que eran unas piedras raras, las cuales posteriormente fueron identificadas como los molares del mamut.

 

Estos ejemplares fueron sacados por los dueños del terreno, por lo que los investigadores sólo pudieron conocer el primer hallazgo de esos molares a través de fotografías tomadas por los pobladores. Con las imágenes obtenidas se solicitó la colaboración del Instituto de Geología de la UNAM, quien sugirió buscar el apoyo del INAH, ya que este tipo de hallazgos requieren de una excavación arqueológica-paleontológica.

 

 

De esta manera, el doctor Luis Barba y el paleontólogo Joaquín Arroyo Cabrales, del Laboratorio de Arqueozoología del INAH, acudieron por primera vez al lugar en febrero de 2012 y lo único que encontraron fue el hoyo de donde se habían extraído los molares y muchos fragmentos de huesos dispersos de la superficie.

Los primeros molares extraídos por los pobladores fueron registrados por los investigadores y a través de estudios paleontológicos se identificaron dos molares superiores y uno inferior izquierdo, los cuales se pudo determinar que correspondían a un adulto joven de 40 años de la especie Mamuthus columbi que desapareció hace aproximadamente 10 mil años y es la más común en esta parte del continente americano

 

 

Desde entonces, los investigadores han avanzado un 70 por ciento en el rescate del Mammuthus columbi, localizando la defensa, parte del cráneo, una rama mandibular, costillas y vértebras, parte de las patas delanteras y de las escápulas. De acuerdo con Joaquín Arroyo, especialista en mastofauna cuaternaria, los restos de un mamut macho de las praderas de unos 30 años de edad al morir. 

 

 

Si bien se han descubierto restos de mamut en varios puntos de la Cuenca de México, en áreas cercanas a los lagos, que posiblemente formaron parte de manadas de sitios muy altos como Santa Ana Tlacotenco –2 800 metros sobre el nivel del mar–. De hecho, según el paleontólogo del INAH, es común encontrar aún vestigios de manadas de mamut por la zona, demostrando que a cierta edad los machos se separaban del grupo para buscar pareja: “Quizá sea el caso de este mamut, por eso andaba solo en un sitio tan alto, en una pendiente lejos de los lagos”. 

Se cree que hace el mamut vivió hace unos 10,000 o 12,000 años en la antigua Santa Ana Tlacotenco, antes de que fuera alcanzado por un derrame de ceniza de algún volcán en erupción –posiblemente el San Miguel–. De hecho, los huesos del animal se encontraron rodeados de cenizas volcánicas, tal como quedan después de una erupción; mientras que la tierra que se encontraba a la superficie, más arenosa, eran cenizas modificadas por el tiempo y revueltas con tepetate. 

Este tipo de descubrimientos, permitirán profundizar en el conocimiento de la vida de los mamuts a finales del periodo Pleistoceno y de la geología de Santa Ana Tlacotenco –lo que hoy es un terreno arenoso, en donde los pies se hunden al caminar entre extensas nopaleras con tunas rojas. 


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