En las ciudades vivimos circunstancias colectivas similares. Agentes como el clima o los niveles de vida salpican nuestros estados de ánimo, y esto, puede ser una ventaja para emitir impulsos que acrecienten las motivaciones compartidas.
Si el optimismo logra prolongarse, entonces la acumulación de esos instantes de satisfacción, podrían aumentar los niveles de felicidad entre la población. Y precisamente esta condición sería favorecida por factores contextuales que, consciente o inconscientemente, compartimos quienes vivimos en un espacio urbano.
La premisa anterior es retomada por los estudiantes de la maestría Interactive Telecommunications Program, de la Universidad de Nueva York, Sam Slover, Alexandra Coym y Steve Cordova. Ellos han desarrollado el proyecto Pop Pop, que aprovecha las intersecciones de tránsito peatonal más concurridas de esa ciudad, para generar estados de ánimo positivos, mediante mensajes muy básicos, incluso un tanto triviales, pero que colectivamente pueden ser bien recibidos en momentos específicos.
Pop Pop es una caja de señalización de tráfico que favorece lo anterior: midiendo ciertos indicadores contextuales, como el clima o el número de peatones en los cruceros, pulsa mensajes positivos que responden a las impresiones colectivas de los paseantes. Si el clima es extremadamente caluroso, y la movilidad en ese momento es casi inasequible, entonces Pop Pop emite señales optimistas con las que el peatón se siente identificando, favoreciendo una cohesión de emociones colectivas.
Uno de estos dispositivos estuvo activo hace unos meses en una popular intersección de las calles de Manhattan, entre Waverly y Brodway, vertiendo luces de ánimo y de comunicación común. La iniciativa responde a la inexorable necesidad de identificarnos los unos con los otros dentro de las historias individuales de los miles de millones que convivimos en las ciudades: a hacernos sentir, mutuamente y entre todos, en casa.
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