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Hay ocasiones en que las lluvias en la CDMX pueden convertirse en un verdadero cataclismo, afectando en numerosas partes de la capital mexicana; como por ejemplo, las inundaciones que suelen suceder en zonas como Santa Fe.
Para prevenir este tipo de situaciones, existen ciertas medidas de cuidado a la ciudad: adopción de árboles o coladeras, evitar tirar basura a las calles e inclusive recogerla en caso de ser necesario, compartir automóvil, promover el uso de transporte público, bicicletas y caminatas, reducir y reciclar elementos básicos como vasos de litro de unicel, o reciclar agua de lluvia.
Por ello, en estas semanas de lluvia, te compartiremos consejos de cómo y para qué reciclar agua de lluvia.
Naturalmente, el agua de lluvia se filtra al subsuelo o forma ríos y lagos. Las antiguas civilizaciones solían recuperar estas aguas para numerosos usos que facilitaban su supervivencia, desarrollando de ese modo diversos sistemas de distribución y recogida de agua. De hecho, las estructuras de estos sistemas solían canalizar el agua en los tejados para dirigirlo hacia un gran depósito subterráneo y así usarla para fines del hogar. Los sistemas de agua más famosos son los mesopotámicos, griegos y romanos; aunque fue gracias a la creatividad de los mayas que se emplearon los chultunes para disponer del agua en temporadas secas.
Los sistemas de recogida de agua actuales requieren de cantidades significativas de energía –lo cual se traduce en consumo de gas metano y, eventualmente, en síntomas del calentamiento global–. Por esta razón se desarrollaron nuevos funcionamientos que reducieran los efectos en el medio ambiente; como por ejemplo impermeabilizar las áreas de captación con piedras o tejas de cerámica, añadir conductos de agua condicionados adecuadamente y sistemas de control que faciliten la utilización del agua de la reserva y de la red general.
Reciclar agua de lluvia brinda numerosos beneficios, tales como: el autosuministro gratuito de agua de gran calidad; la recuperación de los acuíferos subterráneos en las zonas urbanas; sensibiliza y establece una relación directa con el medio ambiente; ahorro energético al no tener que emplear electricidad para bombear al menos una parte del agua que se va a usar desde las reservas a cada casa; facilita la red de drenaje público al no verte a ella el agua que cae en los tejados; y ayuda a reducir el exceso de la demanda de redes de suministro público, facilitando la conservación de las reservas públicas para casos de escasez.
No es necesario conseguir métodos muy sofisticados de recolección, basta con poner una cubeta en el balcón o techo para que se llene cada vez que llueva –pero evita que se quede esa agua durante mucho tiempo y así reducir el riesgo del virus de Zika, dengue o chikungunya– o instalar un barril conectado a los canalones. En caso que uses el barril, añade un pequeño grifo para conectar la manguera y usarla para regar el jardín, lavar el coche o el piso. Esta agua puedes usarla para regar plantas, lavar el coche, en el inodoro, lavar el cabello, bañar a las mascotas, limpiar la vajilla, etcétera.
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