Si se piensa bien, los sonidos, especialmente los urbanos, nos hacen dar cuenta del presente cuando olvidamos que está ahí.
¿Qué sería de las calles sin sus sonidos? Y más importante aún ¿qué sería de una ciudad sin un sonido peculiar? Los ruidos, los gritos, las armonías; los estridentes, los ensordecedores, los nostálgicos y los espontáneos. Cada sonido y su tonalidad es un ingrediente para aderezar nuestro escenario cotidiano; darle quizás, una voz.
Si escuchas bien, tu alrededor está permeado de miles de voces. Tradiciones, a caso, de una comunidad que trasmite un sentimiento bajo incontenibles flujos de percepciones sonoras que detonan en una cultura astronómicamente rica. Sin embargo, también se pueden percibir ecos. Ecos de reminiscencias hacia un pasado donde eran otros los sonidos que trazaban la identidad nacional.
Como puede esperarse, algunas de estas resonancias se han filtrado en el tiempo para no volver. Muchas de ellas –aunque muy antiguas– todavía pueden escucharse, no obstante con un alto grado de desaparecer en unas décadas más. La siguiente selección pretende enunciar aquellos sonidos que han desaparecido o están desapareciendo de la Ciudad de México. Probablemente los recuerdas con cierto halo de nostalgia:
El sonido del tren
En el siglo XX era común escuchar el tren pasar. Hoy en día solo ciertas áreas periféricas de la Ciudad gozan de este, un sonido que puede tornarse un tanto nostálgico.
Los grillos
Si tienes la edad suficiente viviendo en la CDMX te habrás dado cuenta que los grillos ya no suenan como antes, probablemente porque la mancha urbana los ha estado extinguiendo.
La hora del observatorio
Si querías escuchar la hora simplemente tenías que prender la radio en XEQK (1350 de AM) y esta amable voz te lo indicaba:
El violinista
Maya Goded
Quién no recuerda a esos generosos violinistas indígenas que nos deleitaban con música en vivo en los espacios públicos. Hoy en día quedan pocos, con mucha probabilidad de extinguirse.
El ropavejero
Una figura crucial de las calles era el ropavejero, o el hombre del costal, que se dedicaba esencialmente a la compra y venta de ropa usada y tocando en cada casa iba.
El afilador
Otro personaje más de la urbanidad mexicana es el afilador, el hombre que le da una nueva vida a tus cuchillos, tijeras y demás objetos con filo.
¡El gas!
Luego de la implementación del gas natural, el grito del hombre del gas ya no se escucha tanto en ciertas zonas de la capital.
El cantar del gallo
Tus abuelos, quizás, recordarán el cantar del gallo por la madrugada.
El camión de los helados
O el triciclo de los helados que justo hacía un sonido más o menos así:
Cornetas Hadley de las “micro”
Uno de los más surrealistas y tradicionales de la vida cotidiana mexicana.
Aunque si se echaban de reversa también podían sonar así:
Las matracasUn curioso artefacto que se utilizaba sencillamente para hacer el mayor ruido posible y mostrar tu alegría y orgullo sobre algo. Especialmente en una festividad como la del 16 des septiembre.
El ring del teléfono
Hoy es poco probable que escuchemos el ring de un teléfono que todavía usa un disco para marcar los números y un cable en forma de resorte.
El organillero, los tamales oaxaqueños, el fierro viejo o el señor de los globos…existen otros sonidos más que siguen enriqueciendo nuestras calles, muchos de ellos en peligro de desaparecer. En el afán de inmortalizarlos, te mostramos aquí algunos de los más famosos:
/ Twitter de la autora: @surrealindeath
También en MXCity: Bestiario de sonidos callejeros de la ciudad
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