La zona lacustre de Xochimilco es uno de los pocos parajes acuosos que aún dibujan la esperanza de regresar a la Ciudad de México al refinado Valle de México que alguna vez fue.
Hace poco menos de una década el gobierno de la Ciudad de México se propuso rescatar y restaurar algunas de las zonas lacustres de Xochimilco que se encontraban abandonadas. La idea se lanzó en 2008 y la licitación fue ganada por TEN Arquitectos, sin embargo el cambio de administración y el proceso de desaparición del Fideicomiso Complejo Ambiental Xochimilco, encargado del proyecto, frustraron la planificación.
El bosquejo consistía en la restauración de 500 hectáreas del área protegida por la UNESCO desde 1987; dentro de ello se buscaba la reubicación del Mercado de Flores, la recuperación ecológica de las Ciénegas, un fastuoso modelo de economía circular para la actividad agrícola de la zona, así como un estacionamiento adicional y la construcción de instalaciones de transporte público más amables.
Además de lo mencionado, el proyecto hacía viable el ahorro energético en la edificación, el tratamiento de aguas negras y la generación de energía a partir de una planta de biogás. Este increíble complejo tuvo por nombre Plan Maestro del Centro de Investigación y Estudios del Agua Xochimilco (CIEAX). La edificación se enfocaría primordialmente a la cultura del agua, haciendo accesible su cause entre las diferentes áreas de oficinas, laboratorios, restaurante, salas de exhibición, zona de exhibición submarina, áreas curatoriales, áreas del sistema de soporte de vida, auditorio, cafetería y áreas de servicio, como se puede ver en la imagen:
El proyecto incluía desde un gran plan maestro que contemplaba la totalidad de ese territorio, hasta intervenciones muy específicas como un centro de estudios acuáticos, que incluiría un acuario, un museo y ciertas instituciones de tipo académico; además de áreas de recreación, deportes, jardines, paseos, mercados. Se trató de un proyecto bastante completo que tenía que ver con el rescate, protección y reinvención de esa área tan importante:
“Se puede promover la producción chinampera, no de forma paternalista ni clientelar, sino crear un padrón chinampero para que a los chinamperos se les pueda pagar durante 3 o 4 años para que inicien una producción sostenible. Si un chinampero recibe un buen subsidio, tendríamos un Xochimilco realmente florido”, advirtió Enrique Norten para Crónica, arquitecto líder del entonces proyecto viable.
Como bien se sabe, Xochimilco es uno de los pocos sitios de la capital donde todavía abunda la grandeza prehispánica con prominencia. Entre sus canales –cuya salinidad del agua y pérdida de humedad de la zona están orquestando su deterioro– figuran las chinampas, un ejemplo de sustentabilidad antigua y posiblemente futura. Es gracias a las chinampas que hoy cientos de agricultores de la zona pueden alimentarse y mercar con el producto, sin mencionar que sus compradores se están llevando la verdura más orgánica que se puede encontrar en la ciudad. En Xochimilco también crecen cientos de especies exóticas, producto de que aún conserva una buena fertilidad. Además funge como uno de los pulmones verdes más grandes de la capital, permitiendo que la fauna mexicana –de norte a sur de la República– se reúna aquí.
En suma, Xochimilco, Patrimonio Cultural de la Humanidad, es un símbolo de sustentabilidad; de riqueza y grandeza cultural, de valía para quienes viven de este territorio peo sobre todo un ejemplo embeleso de la relación cosmogónica que el hombre tiene con la naturaleza y con los alimentos que cultiva y se nutre.
Hoy no quedan más que estas imágenes utópicas que entusiasman, y la vaga idea de que este pudo haber sido uno de los proyectos más ambiciosos que hasta hoy se ha planteado nuestra capital. ¿Será que la difusión de esta información algún día haga replantear este precioso bosquejo?
/Imágenes: Ten Arquitectos
*Con información de Cronica.com.mx / Ten Arquitectos
Leave a Reply