“El color de los Dioses” es una exposición que trasciende la importancia del color tanto en las culturas, clásicas como en las prehispánicas.
El arte clásico de las antiguas civilizaciones —aunque hoy solo podríamos imaginarlo— experimentaron con el universo de colores en su obra de arte, contrario a lo que solía pensarse hace unos años que, por ejemplo, se pensaba que la escultura antigua solamente era blanca.
De esto habla y ahonda la nueva exposición del Palacio de Bellas Artes titulada El Color de los Dioses. La muestra, como su nombre lo indica, resalta la importancia de los colores en el arte antiguo –que a la postre se trata de un idílico recorrido por el lenguaje visual de sus autores– y sus implicaciones en los míticos hechos pasados.
Se sabe que los textos griegos antiguos hacían referencia al color de las esculturas. Plinio menciona que el escultor Praxiteles consideraba que sus esculturas más bellas eran las que fueron coloreadas por Nicias –famoso pintor ateniense. Paralelamente, los textos históricos, posteriores a la conquista de México también registraron el uso del color en Mesoamérica, como en el caso de Bernardino de Sahagún, quien referia la forma en la que se pintaba la escultura del dios Sol.
Pero, el deterioro del color en las esculturas de la antigüedad –y por las que innumerables veces se han confundido como efigies sin color–, se debe a que permanecieron a la intemperie o a las condiciones climáticas que fueron borrando sus colores. La “ventana al tiempo”, es una de las secciones de esta exposición que así lo evidencia, por medio de la recreación de esculturas que van perdiendo su policromía, que puede intuirse, en primera instancia, por las acuarelas de viajeros y de los primeros arqueólogos modernos.
La exhibición forma parte de las actividades del Año Dual Alemania-México y está basada en la investigación científica realizada desde hace más de 30 años por el Liebieghaus Sculpture Collection de Frankfurt, estudios que giran en torno a la policromía en la escultura clásica y mesoamericana.
Los estudios fueron creados por restauradores e investigadores alemanes mediante técnicas modernas y con base en la examinación de los pigmentos de algunas famosas esculturas que aún conservan su policromía, lo que hace posible darnos una idea a través de herramientas virtuales de cómo eran en comparación a las encontradas originalmente.
De entre estas destacan la réplica in situ de la Tlaltecuhtli, realizada con impresión 3D y pigmentos sintéticos al temple, y la reconstrucción a color de la Kore del Peplo, de la Acrópolis de Atenas en Grecia. Las piezas seleccionadas pertenecen a distintas eras y culturas tales como la griega, la romana y la prehispánica.
Desde su primera exposición en Munich en 2004, algunas replicas se han exhibido en museos de distintas ciudades europeas como Atenas, Copenhague, El Vaticano y ahora por primera vez llegan a la Ciudad de México para alojarse en el Palacio de Bellas Artes hasta el próximo 8 de enero del 2017.
En México se tiene poco más de cien años en el estudio de la policromía usada en la época prehispánica, cuyo primer antecedente fue la recreación de los colores que tuvo la enigmática Piedra del Sol.
Para más información sobre esta exposición visita el portal web del Palacio de Bellas Artes.
Web del Año Dual México-Alemania
Dirección: Av. Juárez, Centro Histórico
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